HUGO OLMOS |
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Mi silencio les da la bienvenida... | ||
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- ¡Qué muros desgastados tiene ...! | ||
- Este corazón ¿se abre? | ||
- ¿Adónde conduce? | ||
- Los lleva hacia un largo pasillo ... | ||
Así es, las ruinas de mi alma | ||
aún son visitadas. | ||
Mi piel, postal al aire, | ||
se encuentra envejecida... | ||
Mis manos son de tierra, | ||
y el aire que todo envuelve, | ||
pasa cauteloso, no quiere abrir, | ||
aún más, las viejas heridas, | ||
ni las grietas de mi columna, | ||
no tan antigua como tu ausencia. |
MARAVILLOSO |
El conferencista estuvo muy elocuente. |
Sus conceptos fueron muy certeros. |
Lo comprobé cuando las sillas |
salieron a la calle e igualmente |
todas las personas se quedaron |
escuchando atentamente. |
LA MESA DE ESTA MESA |
Si esta mesa tiene en sus extremos |
sus limitaciones. |
¿Por qué ella intenta rodearme |
de fronteras? |
Si esta mesa tiene cuatro salidas |
(o entradas) en el suelo. |
¿Por qué me ata a su orilla |
produciendo en mí, sensación de asfixia? |
Si esta mesa es algo más |
que una mesa. |
¿Por qué a mí no me da |
la posibilidad también de ser otro? |
¿Por qué esta mesa dispone de mí? |
¿Acaso seré yo la mesa de esta mesa? |