DIDÁCTICA NO ES SÓLO UNA PALABRA |
REPLICA A "CONTRA LA DIDÁCTICA" (*) |
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Mi intención
no es defender a la Didáctica y las razones son, al menos, dos. La
primera, porque no me parece malo un debate en torno a ella. La segunda,
porque, pese a lo explícito del título del artículo de Alejandro
Miroli, la didáctica no ha sido atacada. Cuando tomé
conocimiento del título me imaginaba algo estimulante intelectualmente,
un ataque que cuestionara los fundamentos mismos de la disciplina. O,
por el contrario, que se ensañara con los efectos que ha causado ella,
o sus más obtusos prosélitos. Creí que la argumentación discutiría
la legitimidad de la creación de un nuevo ente: el objeto didáctico.
Pero, no. Me encontré sólo con un breve juego con las palabras. No se
cuestionó aquello cuestionable. Apenas se nos advierte que ni siquiera
existe un objeto a enseñar. Pues no lo
haré. Buscaré otro rumbo, no peor creo. En primer
lugar, yo también traeré un autor “pesado” a quien no puede
acusarse de didacta. Se trata de Bertrand Russell, en un ensayo
impecable, que jamás me cansaré de recomendar, titulado “Esbozo
del disparate intelectual”. Allí, entre otras cosas dice: “Déseme
un ejército adecuado, con poder para proporcionarle mejores alimentos y
paga de los que recibe el hombre corriente, y me comprometo, en el término
de treinta años, a hacer que la mayoría de la población crea que dos
y dos son tres, que el agua se hiela cuando se la calienta y hierve
cuando se la enfría, o cualquier otra bobada que pudiese parecer servir
a los intereses del estado. Por supuesto, aun cuando se hubiesen
implantado estas creencias, la gente no pondría la olla en el
refrigerador cuando quisiese hacer hervir el agua. El que el frío hace
hervir el agua sería una verdad para los domingos, sagrada y mística,
para ser profesada en tonos de terror, pero no para actuar conforme a
ella en la vida cotidiana." Tal vez,
inventen un nombre nuevo para nombrar aquello, que ni siquiera me animo
a pronunciar ahora, que fue despojado de su nombre.
Antes de concluir, me
gustaría recordar al amigo Zenón de Elea y sus aporías. Del mismo
modo que Sexto Empírico, Zenón logró abolir el movimiento, aunque estoy seguro
que pese a que la flecha antes de llegar al blanco debe recorrer la
mitad de la trayectoria; y que antes de recorrer esa mitad, tendrá que
recorrer la mitad de la mitad; y antes, la mitad de la mitad de la mitad
y así hasta el infinito, creo que ni el propio Zenón, ni Sexto
Empírico, ni
usted, amable lector, se quedará quieto si fuese el blanco de esa
flecha. |
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(*)
Respuesta del autor al ensayo publicado en el número 2 de Asterión
XXI: Contra
la Didáctica, de Alejandro Miroli.
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