Asterión XXI

Revista cultural

           

 

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ESCRIBIR EL PARAÍSO

Antología crítica de la Poesía Universal

por Héctor Alvarez Castillo

  RAINER MARIA RILKE

  

"Tal como eras, revelador, poeta trágico y sin época,
debías de una sola vez trasponer esos movimientos 
capitales en los gestos más convincentes, en los
objetos más presentes."
      
Los cuadernos de Malte Laurids Brigge
Rainer Maria Rilke

    En la primera página de su estudio sobre Rodin (1840-1917), Rilke (1875-1926) habla de la soledad del artista y del equívoco que es la fama. Con inteligencia señala que los malentendidos no rodean la obra, sino el nombre. Juicios similares anunció décadas atrás un escritor argentino. Podemos derivar si vale discurrir acerca de textos literarios o si es adecuado no mediar entre ellos y el lector, y anular la pretensión critica. El arte literario -que en el ámbito de la creación es aquel que apunta en forma directa al pensamiento- parece suscitar continuamente reflexiones respecto de lo leído. Desde cierta perspectiva no hacerlo insinúa no haber tenido contacto con el discurso. El solo deleite de la lectura parece no satisfacer el fin propicio. En lo que estamos comentando está, desde distintas ubicaciones, indicado el problema de la escisión entre dos realidades: la cuestión de conocer cómo, dónde y cuándo se relacionan y la posibilidad que se exprese una en la otra. Rodolfo Modern en su estudio sobre el poeta cifra en el vínculo de éste con el escultor francés la educación del ojo hasta las ultimas consecuencias: "La visión exacta del objeto per se resulta la meta deseada." Aquí contemplar alcanza la mayor valoración, porque allí comienza el ahondamiento en el ser que nos conducirá a la metamorfosis, a la transfiguración del artista y con el de la totalidad. Lo que aquí está en juego es cómo presentar a los otros la experiencia de lo inefable, cómo dar cabida en la expresión a aquello que trasbasa por definición los límites, desde dónde acercarnos a él y obtener el conocimiento y las formas adecuadas para determinarlo en el papel. El silencio es la estancia donde es comprensible- pero no siempre aceptable- detenerse, de ella quizá sólo se parta debido a un alumbramiento o destello para ingresar en un espacio simbólico y personal que da cuenta de la realidad en niveles que de otra manera no son siquiera rozados. El poeta aparece como un ser que linda con órdenes de diversa naturaleza. En él se manifiestan y a él le conciernen. Actúa como mediador. La tradición órfica, la figura de Orfeo, en el modelado rilkeano, presenta a un ser que celebra con su canto lo sujeto a la generación y la corrupción, el mundo sensible, para otorgarle un sentido singular:

     Y si lo terrenal llegara a olvidarte,
di a la callada tierra: ¡Yo fluyo!
al agua rápida háblale así: ¡Yo soy!
(Sonetos a Orfeo, segunda parte, Soneto XXIX)

    Rilke al tiempo que va dando a su poesía una dimensión metafísica -que lo hace en la lírica alemana ser uno de sus nombres prominentes- conoce la sequedad del verbo. Me agradan las palabras que utiliza Modern para referirse al estado del poeta al no poder dar fin a la sexta elegía de Duino: "Desalentado y siempre inquieto". Son notas regulares en quien ha divisado esa tarea. El silencio poético que rodeó al artista casi por completo al cabo de diez años, se quiebra en febrero de 1922, y en pocos días consuma las elegías y escribe la segunda parte de los Sonetos a Orfeo. Un fragmento de la carta que remite a la princesa Maria von Thurn und Taxis, es un testimonio   histórico del éxtasis que encierra la creación: 

   ¡Sólo ahora, sábado, once, a las seis horas de la tarde, está concluida! 
Todo ocurrió en un par de días, fue una tormenta indescriptible, un
huracán en el espíritu (como aquella vez en Duino), todo lo que era
vasos y tejidos en mí ha estallado -no había que pensar en la comida,
Dios sabe quien me alimentó.
   Pero ahora ya está. Está. Está.
Amén

  Hölderlin (1770-1843) desde 1806 hasta su muerte vive recluido, con el estigma de la locura, en una buhardilla a orillas del Neckar, en casa del carpintero Zimmer. En la mitad de su existencia compondrá poemas que festejan las estaciones, la amistad y el espíritu del tiempo, Cuando la vida de los hombres va perdiéndose, y firmará esas  páginas: Humildemente, Scardanelli. Rilke desde junio de 1921 se alberga en el pequeño castillo de Muzot, y desde su torre construida en el siglo XIII admira el valle del Rodano y los jardines. Esa será la residencia definitiva del poeta que vagó por Europa y fue alabado en los círculos intelectuales de su época. Hiersein ist herrlich, Estar aquí es magnífico, ¿a qué hace referencia el poeta?

 

SONETOS A ORFEO

Primera parte

Soneto III

 

Un dios lo puede. Pero, ¿cómo, dime,
un hombre ha de seguirle por la angosta lira?
Su significación es desacuerdo. En la bifurcación
del corazón no hay templo para Apolo.
  
El canto tal como lo enseñas no son ansias,
ni súplicas por algo alcanzable al cabo.
El canto es existencia. Algo bien fácil para el dios.
Mas, ¿cuándo somos? ¿Y cuándo vuelve él
   
a nuestro ser la tierra y las estrellas?
Esto no es, oh, joven, para que lo ames, aunque
 la voz fuerce tu boca luego, aprende
   
a olvidar lo que cantaste. Esto transcurre.
Pues en verdad cantar es hálito distinto.
Un hálito por nada. Soplo en el dios. Un viento.
   

Rainer Maria Rilke

 

         

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 Enrique Molina
             

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