EVA, MITO Y VERDAD |
por Héctor Alvarez Castillo |
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Para muchos Eva fue lo que le faltaba a Perón, para otros ella es una
cortina de humo que se dispersa sobre la figura del general, con la función
oculta de empañar su trascendencia. La historia dice que ellos formaron
la pareja más importante de nuestro país en el siglo XX. Una pareja con dos
protagonistas que raramente se unen por amor o por conveniencia. Una
coyuntura -el desastre de San Juan- le dio al destino la oportunidad que
no fue desaprovechada por Eva. El militar con aspiraciones de estadista y
la actriz que no deslumbraba por su talento, desde ese momento hasta la
muerte de ella se unieron en disidencias, rechazos y aciertos.
Nuestro
juicio es breve. Fue una mujer que en la cresta de la ola realizó una
tarea enorme donde abundaron gestos que delatan la carencia de una
conciencia política basada en militancia, estudio, ideas y conceptos
claros y precisos sobre la realidad nacional y el contexto geopolítico.
Fue presa de una voluntad sanadora y ese fuego incendió todo lo que se le
opuso, fuese bueno o malo, lo entendiera o no en su despliegue.
En
el imaginario argentino ella quedó más cerca de los humildes que el
mismo general que la llevó a lo alto y nosotros creemos que su corazón sí
lo estuvo, no tenemos dudas acerca de esto. Lástima que en la política
corazón solo puede llevar al desastre. Y decisiones y conductas guiadas
por arrebatos en los que se mezcla la compasión y el afecto, pueden
-entendidos en un marco más integral- favorecer comprensiones
reaccionarias del proceso social. |