HÉCTOR ALVAREZ CASTILLO |
EL MAR, LA LLUVIA, Y LOS GALLOS |
Qué ganas de correr tienen mis piernas, |
El gallo cantará una, dos, tres veces, |
Y el lluvioso mar |
Esperará en estas noches las lluvias, |
Y esperará este silencio irritante, |
Fuerte y ardiente. |
Pero, qué saben, qué saben... |
El gallo cantará tres veces |
Entre brumas y silencios. |
La mañana. El fuego. |
Los ojos amados... |
El mar lluvioso contra los ventanales. |
Pensar que olvidar era perder. |
Y nada se pierde, y nada se olvida. |
Las figuras, los brazos alados... |
Nada. El mar lluvioso no se escapa. |
Saltan las piernas de fuego, |
Hasta la nariz, los ojos, la frente, los sesos, |
Hasta los alados cuerpos de los alados. |
Baila el mar, baila... |
¡Qué eterno mar vuelve! ¡Qué mar ha partido! |
Quieta. Quieta la lluvia corre, |
Ahoga y huye. El mar no es cobarde, |
El mar es lluvia, fuego, |
Piernas que corren, piernas de fuego. |
¡Hasta ahí! ¡Más ahí! |
... |
El gallo canta tres veces, la noche duerme |
Y los hombres van a la espera. |
Las gigantescas puertas se abren, |
Cae la cabeza... |
Quién ha muerto, ha muerto, ha muerto. |
Ha muerto y ya nadie vive... |
El mar llueve sobre las aguas... |
AMANTE |
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De altas aves al batir vuelo |
Las verdes hojas del verde árbol: |
Todo hiciste correr como aguas; |
Dormida en el alba herida en la noche |
Enloquecida niña riendo en mis manos, |
Querías ser llevada por el fácil viento |
De las pasajeras tormentas, |
Y azules tus ojos toda oscuridad nombraban |
Y nombraban agrestes el canto y la vida, |
La vida y la muerte, y un vuelo aún más alto |
Que el vuelo que anunciabas |
Refulgió horizonte, refulgió abismo |
Y perdió el divino cuerpo, joya preciosa, |
Como si del mar surgiera |
Un faústico brazo de espumas y fuego. |
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