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¿Que después de esta
vida tengamos que despertarnos aquí un día |
al terrible estruendo
de trompetas y clarines? |
Perdóname, Dios, pero
me consuelo |
pensando que el
principio de nuestra resurrección |
lo anunciará el simple
canto de un gallo ... |
Entonces nos quedaremos
todavía un momento tendidos. |
La primera en
levantarse |
será mamá... La
oiremos |
encender sigilosamente
el fuego, |
poner sin ruido el agua
sobre la estufa |
y coger suavemente del
armario el molinillo de café. |
Estaremos de nuevo en
casa. |
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Vladimir HOLAN |
checo, 1905 - ? |