MADAMA BUTTERFLY | |||
por Diego
González Pardo |
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G.
Puccini (carta a Rosina Storchio dos días después del estreno de Madama
Butterfly) |
Madama Butterfly
se estrenó en la Scala de Milán el 17 de febrero de 1904. Puccini, que
a principios de ese año había contraído matrimonio con Elvira Bonturi
al quedar ésta viuda, se mostraba en sus cartas insólitamente confiado
ante el estreno que el teatro, con un imponente esfuerzo financiero,
encargó al director Cleofonte Campanini y a la soprano Rosina Storchio.
Sin embargo, el fracaso fue colosal. El propio Giulio Ricordi resumió
así la velada en la revista Música
y músicos: “gruñidos, bramidos, mugidos, risas, berridos, risotadas, los
habituales gritos aislados de ¡bis! lanzados adrede para excitar todavía más a los espectadores: he
aquí, sintéticamente, cual fue la acogida que el publico de la Scala dispensó a la
nueva labor del maestro Giacomo Puccini”. El 28 de mayo de 1905, con motivo del estreno de Butterfly en Londres, Puccini realizó algunas correcciones a la partitura. Esta versión es la que se ha difundido hasta nuestros días. Cantaron en el Covent Garden bajo la dirección de Campanini, Emmy Destinn, Enrico Caruso y Antonio Scoti. A partir de entonces, Butterfly se convirtió en pieza de repertorio de todos los teatros internacionales, siendo una de las obras puccinianas mas representadas.
Madama Butterfly es probablemente la ópera más intimista de
Puccini al estar centrada en un sólo personaje femenino. Es asimismo,
una de sus partituras más modernas, si consideramos el particular uso
que hace de la orquesta y la penetración psicológica con que está
descrito el personaje principal. La música es de tal emoción que
precisa de una soprano excepcional. Sus exigencias vocales son duras, ya
que está prácticamente toda la ópera en escena, desde que hace su
aparición en el acto primero hasta el momento de la muerte, descansando
apenas diez minutos para dar paso al regreso de Pinkerton. Pero son
superiores las exigencias dramáticas a las musicales. La orquesta es el principal catalizador de los motivos que definen las situaciones, dan color local a la acción y describen el desarrollo de la trama. El colorido instrumental es riquísimo y está cuidado hasta en el menor detalle. Este refinamiento orquestal sólo lo igualará Puccini con su siguiente ópera, La fanciulla del West.
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