DOXA |
El reino de la Opinión |
Esta Sección está consagrada a la Opinión
en su lado público. Aquella opinión que expresa juicios morales,
juicios que lamen el costado político de nuestros espíritus. No es Episteme. La Doxa muda y
es blanco de disenso. Los juicios que aquí se estampan son de valor,
sin que nada pruebe su exactitud. No hay una única verdad política y
la comprensión de la sociedad y sus relaciones acá se muestra plural.
Pretendemos que la opinión no sea compra
de discurso ni costumbre establecida. La queremos pública y
racional.
Doxa es un espacio de
debate tan amplio como cada uno de nosotros se atreva a concebirlo. |
Espacio, luego existo |
(espacio público, moral privada) |
por Miguel Grassi |
La idea más
difundida del espacio público es la de un espacio que une, aquél que
permite que tomen contacto en forma directa e inmediata los distintos
habitantes de un lugar. Sin embargo, por las actitudes de parte o de la
totalidad de esos individuos, ese espacio se puede transformar lentamente
en el espacio del no encuentro. Este nuevo espacio nos separa, no crea vínculos;
entramos en contacto con él a partir de evitarlo, de sufrirlo, a partir
de las incomodidades que nos produce, de los rodeos que hacemos de ciertos
lugares, del miedo a la violencia, a ser robados, a ser agredidos. Al
igual que el hombre de campo que se radica en la ciudad o del inmigrante
que tiene que dejar su tierra, los habitantes de Buenos Aires sentimos
nostalgia de un espacio que perdimos. Nuestro espacio, como en el cuento
de Cortázar (1), es un espacio
cada vez menor. Esto nos llevará a reducir, más y más, nuestro espacio
para tener, finalmente, que refugiarnos en nuestras casas. Renunciamos (a
pesar de no admitirlo) al espacio público, nos convertimos de acuerdo a
la situacion en autistas, distraídos, indiferentes o cínicos. Las
agresiones que sufre nuestra ciudad ocurren ante nuestra indiferencia,
algo que se va asemejando a nuestro consentimiento. Se avanza
sobre el espacio común: bicisendas que no son respetadas por
automovilistas, comercios que se adueñan de las veredas, feriantes que
reducen el espacio de plazas, deposiciones y orines de los mejores amigos
del hombre, botellas rotas, la enumeración es larga. Nos encontramos
imposibilitados de usar la vereda y es la calle la que pasa cumplir la
función de ésta. Es
preciso defender y reconstruir entre todos el Espacio
público, símbolo de un tipo de sociedad y de sus habitantes, que
nos conecta con nuestros antepasados, los cuales siguen presentes y
homenajeados a través de comportamientos e ideas que ellos nos legaron.
(1)
Casa tomada |
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