DOXA |
El reino de la Opinión |
Esta Sección está consagrada a la Opinión
en su lado público. Aquella opinión que expresa juicios morales,
juicios que lamen el costado político de nuestros espíritus. No es Episteme. La Doxa muda y
es blanco de disenso. Los juicios que aquí se estampan son de valor,
sin que nada pruebe su exactitud. No hay una única verdad política y
la comprensión de la sociedad y sus relaciones acá se muestra plural.
Pretendemos que la opinión no sea compra
de discurso ni costumbre establecida. La queremos pública y
racional.
Doxa es un espacio de
debate tan amplio como cada uno de nosotros se atreva a concebirlo. |
Con las banderas en alto |
|
por Verónica Andrea Ruscio |
|
Siempre me ha sorprendido el patriotismo mediático de los
norteamericanos. Su bandera
aparece en todas las películas y alguien me dijo alguna vez que es porque
les hacen un descuento en los impuestos según la cantidad de veces que ésta
aparece. Lo importante (más
allá de ese impuesto) es que llenan los ojos con los colores patrios y
que, al fin de cuentas, esto es una muestra más del poder del país del
norte. Su fuerza está en cómo
cada estadounidense se identifica profundamente con esos colores y cómo
insertan esa mentalidad en las películas, que, en definitiva, se
exportan. Por otra parte, el 4 de julio es símbolo de verdadero festejo
(lo muestran también las películas) con fuegos artificiales,
estrellitas, banderas, gorros y la mar en coche.
Este año todos colgaron sus banderas en los balcones.
Vi muchas más de las que recuerdo de otros mundiales.
Hubo una euforia que venía seguramente de la bronca.
Mucha gente puso el grito en el cielo de que el mundial era una
porquería, que no se podían dejar de lado tan fácilmente los problemas
locales, que nuestra pobreza valía más que una pelotita...
Yo pienso que esa pelota nos trajo un sueño: el ser buenos en
algo. No lo logramos y hubo más
bronca todavía. Cómo nosotros, que parimos al Diego, que somos mejores que todos,
íbamos a perder tan rápido. Una
vergüenza. Y así, sin pena ni
gloria, pasó el mundial.
Para ir a trabajar, me la paso viajando.
A veces viajo en tren, a veces voy en colectivo.
Soy de esas personas que miran mucho el cielo y los balcones de los
edificios. Gracias a esta manía,
pude descubrir que este año nadie sacó las banderas. ¿Será por el 9 de julio? pensé. Pero
no era eso, en agosto seguían las banderas.
¿Por qué la gente no sacó las banderas de los balcones?
¿Qué significa esto?
Y a qué negarlo, me entró un poco de entusiasmo.
Hace días que persigo banderas de balcones y siguen todas en los
mismos lugares. Además, una
empresa de automóviles, Chevrolet, estuvo regalando banderas que llenaron
la Capital, fomentando aún más este extraño fenómeno.
Creo que la bandera nos da fuerza. En
la guerra, la bandera es un emblema que identifica de qué lado estoy, es
identidad, y, como consecuencia, da vigor para seguir peleando. Yo soy de este bando, lucharé por honrarlo.
Aunque me cueste creerlo, los argentinos estamos haciendo lo mismo
que en la guerra: levantamos nuestro emblema para sacar fuerzas y
enfrentar el enemigo. Hasta
casi escucho el grito de guerra. Qué
mejor que nuestra querida bandera para recuperar nuestra dignidad.
Hoy más que nunca, pongamos nuestras banderas en alto.
|
Envienos un email con su opinión sobre esta nota