Asterión XXI

Revista cultural

           

 

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DOSSIER PIZARNIK

                                                                 

por Patricia Calabrese

    

 

     Alejandra Pizarnik encontró tempranamente su muerte (1936-1972); su poesía es silencio dotado de voces y palabra callada en el espacio y tiempo del poema.

    “Si me preguntan para quién escribo – dijo Alejandra en la antología Quince poetas[1]– me preguntan por el destinatario de mis poemas. La pregunta garantiza, tácitamente, la existencia del personaje.

    De modo que somos tres: yo; el poema; el destinatario. Este triángulo en acusativo precisa un pequeño examen.

    Cuando termino un poema, no lo he terminado. En verdad lo abandono, y el poema ya no es mío o, más exactamente, el poema existe apenas.

    A partir de ese momento, el triángulo ideal depende del destinatario o lector. Únicamente el lector puede terminar el poema inacabado, rescatar sus múltiples sentidos, agregarle otros nuevos. Terminar equivale, aquí, a dar vida nuevamente, a re-crear.”

     En estas palabras está el sentido de la lectura.


[1] En la antología Quince poetas,  selección y prólogo de César Magrini, Ediciones Centurión, Buenos Aires, 1968.  

Selección de Poemas

Solo un nombre (La última inocencia, 1956)
La carencia (Las aventuras perdidas, 1958)
11 (Árbol de Diana, 1962)
14 (Árbol de Diana, 1962)
17 (Árbol de Diana, 1962)
25 (Árbol de Diana, 1962)
37 (Árbol de Diana, 1962)
Poema (Los trabajos y las noches, I, 1965)
Encuentro (Los trabajos y las noches, I, 1965)
Tu voz (Los trabajos y las noches, I, 1965)
Nombrarte   (Los trabajos y las noches, I, 1965)
El corazón de lo que existe (Los trabajos y las noches, II, 1965)  
Los ojos abiertos (Los trabajos y las noches, II, 1965)  
Cuarto solo (Los trabajos y las noches, II, 1965)  
La verdad de esta vieja pared  (Los trabajos y las noches, II, 1965)  
Linterna sorda (Extracción de la piedra de la locura, 1968)
En la otra madrugada (Extracción de la piedra de la locura, 1968)
Adioses del verano (Extracción de la piedra de la locura, 1968)
La palabra que sana (El infierno musical, III, 1971)
Pequeños poemas en prosa (Publicados en La Nación, Buenos Aires, el 21-III-1965.)
Alegría (Publicado en Papeles de son Armadans, Palma de Mallorca, año 14, número 145, abril de 1968)

                 

Solo un nombre
         
alejandra alejandra
     debajo estoy yo
         alejandra
         
                       (La última inocencia, 1956)

             

 

         

La carencia
   
Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.
             
                         (Las aventuras perdidas, 1958)

                               

   

  

11 
     
ahora
         en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada
            
                (Árbol de Diana, 1962)

                   

 

  

14  
  
El poema que no digo, 
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
            
                        (Árbol de Diana, 1962)

       

    

17
     
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por
esos días sonámbula y transparente. La hermosa autómata se
canta, se encanta, se cuenta casos y cosas: nido de hilos
rígidos donde me danzo y me lloro en mis numerosos
funerales. (Ella es su espejo incendiado, su espera en
hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de
nombres creciendo solos en la noche pálida.)
             

                                          (Árbol de Diana, 1962)

      

     

25
                              (exposición Goya)
            
un agujero en la noche
súbitamente invadido por un ángel
        

                       (Árbol de Diana, 1962)

  

   

37
      
más allá de cualquier zona prohibida
              hay un espejo para nuestra triste transparencia
                 

                            (Árbol de Diana, 1962)

    

  

Poema  
    
Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio.
Tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.
               

       (Los trabajos y las noches, I, 1965)

      

Encuentro

    

Alguien entra en el silencio y me abandona.

Ahora la soledad no está sola.

Tú hablas como la noche.

Te anuncias como la sed.

               

       (Los trabajos y las noches, I, 1965)

      

Tu voz  
    
Emboscado en mi escritura
cantas en mi poema.
Rehén de tu dulce voz
petrificada en mi memoria.
Pájaro asido a su fuga.
Aire tatuado por un ausente.
Reloj que late conmigo
para que nunca despierte.
               

       (Los trabajos y las noches, I, 1965)

   

          

Nombrarte  
    
No el poema de tu ausencia,
             sólo un dibujo, una grieta en un muro,
algo en el viento, un sabor amargo.
               

     (Los trabajos y las noches, I, 1965)

  

         

El corazón de lo que existe  
    
no me entregues
                        tristísima medianoche,
al impuro mediodía blanco
               

     (Los trabajos y las noches, II, 1965)

 

         

Los ojos abiertos  
     
Alguien mide sollozando
la extensión del alba.
Alguien apuñala la almohada
en busca de su imposible
lugar de reposo.
            

       (Los trabajos y las noches, II, 1965)

 

        

Cuarto solo

       

Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.

(Los trabajos y las noches, II, 1965)

 

        

La verdad de esta vieja pared 
     
que es frío es verde que también se mueve
llama jadea grazna es halo es hielo
hilos vibran tiemblan
                                  hilos
es verde estoy muriendo
es muro es mero muro es mudo mira muere
    

       (Los trabajos y las noches, II, 1965)

   

         

Linterna sorda
             
   Los ausentes soplan y la noche es densa. La noche tiene el
color de los párpados del muerto.
    Toda la noche hago la noche. Toda la noche escribo.
Palabra por palabra yo escribo la noche.
           
                         (Extracción de la piedra de la locura, 1968)

   

          

En la otra madrugada
             
     Veo crecer hasta mis ojos figuras de silencio y desesperadas. Escucho grises, densas voces en el antiguo lugar del corazón.
           
                         (Extracción de la piedra de la locura, 1968)

 

   

Adioses del verano
             
    Suave rumor de la maleza creciendo. Sonidos de lo que destruye el viento. Llegan a mí como si yo fuera el corazón de lo que existe. Quisiera estar muerta y entrar también yo en un corazón ajeno.
           
                         (Extracción de la piedra de la locura, 1968)

   

      

La palabra que sana
             
     Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.
           
                                    (El infierno musical, III, 1971)

   

     

Pequeños poemas en prosa
              
   Se cerró el sol, se cerró el sentido del sol, se iluminó el sentido de cerrarse.

*

   Llega un día en que la poesía se hace sin lenguaje, día en que se convocan los grandes y los pequeños deseos diseminados en los versos, reunidos de súbito en dos ojos, los mismos que tanto alababa en la frenética ausencia de la página en blanco.

*

   Enamorada de las palabras que crean noches pequeñas en lo increado del día y su vacío feroz.
        

(Publicados en La Nación, Buenos Aires, el 21-III-1965.)

  

        

Alegría
             
     Algo caía en el silencio. Un sonido de mi cuerpo. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.
           
                                    (Publicado en Papeles de son Armadans, Palma de Mallorca, año 14, número 145, abril de 1968)

 

      

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