Asterión XXI

Revista cultural

           

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DOXA

El reino de la Opinión

 

  Esta Sección está consagrada a la Opinión en su lado público. Aquella opinión que expresa juicios morales, juicios que lamen el costado político de nuestros espíritus. No es Episteme. La Doxa muda y es blanco de disenso. Los juicios que aquí se estampan son de valor, sin que nada pruebe su exactitud. No hay una única verdad política y la comprensión de la sociedad y sus relaciones acá se muestra plural. Pretendemos que la opinión no sea compra de discurso ni costumbre establecida. La queremos pública y racional.

  Doxa es un espacio de debate tan amplio como cada uno de nosotros se atreva a concebirlo.

 

NOTAS SOBRE LA ARGENTINIDAD

EN TIEMPOS DE CRISIS

 

por Héctor Alvarez Castillo

      

  Recuerdo desde la infancia haber oído conversaciones, en tono tanto bajo como alto, acerca de cómo somos y cómo nos vemos los argentinos. Al haber pasado mi vida en este país, no tengo una idea cabal de si en otros sitios ocurre algo semejante o si, en otras tierras, la gente jamás se para a tirar opiniones y juicios rápidos, apreciaciones simples dichas sin una pizca de duda sobre la identidad nacional, a semejanza de esta tradición argentina. Lo que actualmente me llama la atención es que mientras surgen asambleas barriales, cacerolazos, piquetes y otros movimientos y reacciones ante al modelo de sojuzgamiento y exclusión, también aparece un rumor, un señalarnos con el dedo, una propaganda sobre nuestra mala conducta, sobre nuestros pecados, nuestra culpa de ser como somos y de que nos vaya así. En el momento justo en el que nos hacemos los gallitos con el orden imperante viene ese coletazo de conciencia que nos hace deslumbrarnos con nuestra incapacidad y al mundo avisparce de nuestros impredecibles desatinos sudamericanos.

  En una radio que escucho a diario el Consejo Publicitario Argentino una y otras vez me dice: ¿Qué pasa con nuestros valores? Ilustrando esta interrogación con las conductas Facu, un niño que de no modificar de hoy en más sus hábitos el día de mañana, ya grandecito, meterá la mano en la lata. El salto es grande y va dirigido a todos. El texto parece haber sido dictado por el ridículo y penoso Batlle. No tomo demasiado en cuenta lo del Consejo Publicitario que no posee entre sus miembros más creatividad, cultura y capacidad que la mayoría de sus colegas a quienes, en este momento de la historia, se les escapa continuamente el caballo del contenido. Hablo de este ejemplo como disparador del tema y, a propósito, del clima de propaganda que hay alrededor de él.

  Quiero señalar que no debemos comprar discursos armados, hechos a la medida de los intereses que desde el primer día en que el hombre blanco piso estas tierras vienen buscando su provecho, persuadiéndonos, sistemáticamente, que el único camino es el que ellos plantean. Al resto del mundo -salvo alguna Noruega que anda por allá y otras naciones que sí parecen estar en una isla donde la globalización no hace pie- no le va muy distinto. Donde no hay xenofobia hay fraude o conflictos religiosos, más los constantes asaltos del capitalismo al poder. Vale para esto apreciar en su profundidad la vergonzosa situación que existe en los EE.UU. desde el golpe de estado perpetuado por la derecha, gracias a las banderas o con las excusas del terrorismo, de la eterna lucha del Bien contra el Mal y la defensa del dinero de los contribuyentes, de los ingenuos plomeros y carpinteros que duermen el sueño de los probos al amparo de la estatua de la Libertad.

  El riesgo de creernos ladrones puede ser peor que el serlo, pues, nos ubica en un lugar de debilidad que no tienen los verdaderos delincuentes.

  Confío en que todo el revuelo de los últimos tiempos nos deje algo, que más allá de las derrotas o triunfos que están en la inmediatez, el aire de una transformación circule por nuestra sociedad. Es difícil predecir el futuro -no es tarea de analistas, sí de magos. Sabemos, hay pruebas, de que los procesos internos chocan constantemente con intereses externos, pero, siempre se puede. Al menos mantengo el optimismo a la par del esfuerzo. Esfuerzo, optimismo y confianza es lo que precisamos ahora, tal vez más que nunca, no desazón, deslealtad y sentimientos de culpa.

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