Asterión XXI

Revista cultural

           

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ALBERTO GRECO

EL ÚLTIMO HÉROE MODERNO

    

por María Cecilia Guerra Lage

     

    

  Corría el año 1962 en París y a un joven argentino que se contaba entre los integrantes de la vanguardia plástica se le ocurrió la idea de encerrar en un círculo de tiza a los transeúntes que chocaban con él por la calle, señalándolos como obra de arte de su autoría. Así, hoscas señoras saliendo del mercado, policías en graciosas motonetas, taciturnos viajantes a la espera de su omnibus y hasta la misma Jackie Kennedy fueron retratados como "Vivo Ditos".

  Alberto Greco (1931-1965), el promotor de semejante desplante no tardó en escribir el manifiesto sobre el que basaba sus acciones: "El arte vivo es la aventura de lo real. El artista enseñará a ver no con el cuadro sino con el dedo. Enseñará a ver nuevamente aquello que sucede en la calle. El arte vivo busca el objeto pero al objeto encontrado lo deja en su lugar, no lo transforma, no lo mejora, no lo lleva a la galería de arte. El arte vivo es contemplación y comunicación directa. Quiere terminar con la premeditación que significan la galería y la muestra. Debemos meternos en contacto directo con los elementos vivos de nuestra realidad: movimiento, tiempo, gente, conversaciones, olores, rumores, lugares y situaciones. Arte Vivo, Movimiento Dito. Alberto Greco. 24 de julio de 1962. Hora 11:30".

    

  Podría pensarse a los vivo ditos como el gesto inverso al que realizaba Andy Warhol, quien colocaba los objetos de la vida cotidiana en el museo. Ambos hacen alusión a la mercantilización del arte, pero los caminos para efectuar su crítica son inversos. Warhol presenta los objetos despojados de su mundo vital originario, es decir, en las salas de los museos; mientras que el gesto de Greco persigue restaurar el valor hermenéutico al señalar situaciones o personas en su contexto vital.

  Frederic Jameson establece una diferenciación entre la obra de Warhol Diamond Dust Shoes y la obra de Van Gogh donde pinta las botas de un campesino, para oponer la figura de lo posmoderno a lo moderno. El autor sostiene que Warhol es posmoderno porque su obra está constituida por una mutación en el propio mundo objetivo, convertido en un conjunto de textos y simulacros, expresado en la gélida elegancia de los rayos X. La obra así hace alusión a un nuevo tipo de ausencia de profundidad, un nuevo tipo de superficialidad donde el énfasis estará puesto en el lenguaje más que en el contenido y ello será lo que constituiría una de las características de lo posmoderno.

   
                           
    

  Siguiendo el pensamiento de Jameson, Greco sería entonces un artista más próximo a la modernidad, en tanto se propone a través de un gesto utópico, re-encontrar el arte y la vida, dedicándose al señalamiento del mundo real como obra de arte. Sin embargo, también puede comprenderse a la reapropiación de las situaciones y de las personas como obra en otra dirección, es decir, como respuesta a la crisis de profundidad característica de lo posmoderno. Despreciando al signo vacío, a la mera representación, el vivo dito combate la ausencia de objeto que ya prefiguraba el comienzo de la posmodernidad.

  Y es que en la obra de Greco se entremezclan rasgos emergentes, que podrían considerarse respuestas anticipadas a los problemas que plantea la posmodernidad; y elementos más antiguos que encuentran su matriz en la modernidad. Su heroicidad, enclavada en la voluntad utópica del reencuentro del arte con la vida, cuando el fracaso de las primeras vanguardias se hacía evidente, procede del espíritu moderno tal como Marshall Berman lo ha descripto. Este último señala que lo crucial del heroísmo moderno es que surge en las situaciones de conflicto que impregnan la vida cotidiana. En el caso de Greco, es a partir del conflicto con lo institucional que se construye como artista y construye sus manifestaciones; es a sabiendas de la inevitable canonización y neutralización académica de las prácticas y obras de vanguardia que inicia su tentativa utópica. Conflicto histórico de las neovanguardias cuyo escenario crítico es la posmodernidad; conflicto cotidiano cuya expresión son las revueltas y polémicas que habitualmente solía provocar contra sí mismo, convirtiéndose en autor y víctima de ellas.

   
                                      
     

  Para Luis Felipe Noé, Greco era tanto un farsante como un ángel liberador de los prejuicios de una sociedad cerrada y pacata. Era un farsante porque "sentía la vida como una gran farsa en la que un día es algo que al día siguiente está lejos de serlo". Sus gestos provocadores lo constituían como un héroe que intentaba liberar al hombre de la formalidad vacua. Greco vivía en conflicto porque al generar la provocación era acusado de farsante, se convertía en un factor irritante y se volvían contra él los artistas, críticos y público. Pero el provocador, en un gesto heroico, persigue justamente el rechazo, al tiempo que esconde su voluntad de dominio al pretender abrazar al otro en su reacción, allí cuando el mundo se le vuelve en contra.

  Así, Greco podría encarnar la figura del último héroe moderno, recordando a Baudelaire; ambos, sobre el trasfondo de una multitud parisina suspirante y lánguida se destacan y nacen a partir de una identidad construida sobre el conflicto. Baudelaire escribirá sobre las contradicciones de lo moderno, sobre las peripecias cotidianas que suceden en los cafés de París, en las tabernas y en la calle; Greco ya no representará este mundo, sino que se dedicará a presentarlo, a encerrarlo en un círculo de tiza, allí cuando las palabras o las formas se declaran infieles al suceso, allí cuando el mundo comienza a cerrarse al signo.

  Greco podrá asumir las mil caras del héroe; será flâneur, apache, trapero, dandy y cualquier otro porque, tal como lo entendía Walter Benjamin, "la heroicidad moderna se acredita como un drama en el que el papel de héroe está siempre disponible". Será flâneur al vagabundear por la ciudad, el bulevar será su vivienda, "estará en su casa entre fachadas, al igual que el burgués entre cuatro paredes". Se convertirá en un observador mudo y extrañado, esperando al acecho de un acontecimiento o una persona que pueda ser rescatada del continuum suceder de la calle. Greco será también apache, en tanto abjurará de las virtudes y de las leyes, rescindirá el contrato social y construirá su existencia separada del burgués, al que mirará extrañado. Será trapero al rescatar lo que la ciudad arroja a la calle, lo que la ciudad pierde, todo lo que desprecia; y hará de esos troncos quemados, esas chapas oxidadas y tomadas de la oscuridad, una obra. Para Baudelaire, la actividad del trapero es similar a la del poeta, quien "aparta las cosas, lleva a cabo una selección acertada, se porta como un tacaño con su tesoro y se detiene en los escombros que entre las mandíbulas de la diosa industria adoptarán la forma de cosas útiles y agradables". Desde la escoria son elevados los objetos al estatus de arte, así como los transeúntes son señalados como obra. Se preguntará Benjamin entonces si no es más bien héroe el poeta que edifica su obra con esa materia; y se responde que es así como lo concede la teoría de lo moderno. Baudelaire descubre que el aura de la pureza y de la sacralidad artística es solamente incidental, no esencial para el arte, y que para la poesía puede darse igual de bien, y quizá mejor, al otro lado del bulevar, en esos lugares bajos, poco poéticos. Esta es una de las paradojas de la modernidad que descubre Berman en la obra de Baudelaire: los artistas son más profunda y auténticamente poéticos al hacerse más parecidos a los hombres corrientes. Greco no había leído a Berman, sin embargo, también habitaba en esta paradoja; "vivo con el pueblo que es con el único que siento que respiro", escribía.Y por último, Greco también será un dandy, que coqueteará con la elite burguesa, pasando muchas veces de la miseria y sordidez al halago de las sociedades más cerradas, como lo recuerda Noé. He aquí otra paradoja: era la misma elite la víctima de su arte y la que lo erigía como ángel liberador.

    

   

  Pero ¿cómo se puede encarnar a un trapero y a un dandy al mismo tiempo? Las dos imágenes pueden residir juntas y en conflicto, porque esta contradicción es la contradicción inherente a la esencia de lo moderno. Greco, al igual que Baudelaire, estaba encandilado por "la pompa de la vida", por un lado; y al mismo tiempo despreciaba el éxito y la notoriedad. No era el único que yacía en esta contradicción. Benjamin, en sus escritos sobre Baudelaire y París también es víctima de este dualismo. Berman observa que "su corazón y su sensibilidad lo arrastran irresistiblemente hacia las brillantes luces, las hermosas mujeres, la moda, el lujo de la ciudad, su juego de deslumbrantes superficies y escenas radiantes; mientras tanto, su conciencia marxista le arranca insistentemente  de esas tentaciones, le dice que todo este mundo refulgente es decadente, hueco, vicioso, espiritualmente vacío, opresivo para el proletariado, condenado por la historia". Más allá de Greco, la vanguardia argentina de los sesenta tampoco estaría exenta de este rasgo moderno, quedando atrapada entre su necesidad de enfrentar al sistema y el deseo de lograr éxito y reconocimiento. Noé confesará años más tarde que él y su grupo intentaban tener éxito con el mismo público al cual agredían.

  Así, Greco librará una lucha callejera contra los fantasmas modernos, pero en una calle ya transformada por la posmodernidad, lo cual le exigirá tomar otras armas. Se alejará del signo, de la representación, y se apertrechará, con sus contradicciones y paradojas, en la fugacidad del instante, con la modesta intención de encerrar lo real.

   

   

Bibliografía

Baudelaire, Charles; "Curiosidades Estéticas", Charles Baudelaire. Obras, Aguilar, México, 1963, pp 445-645

Benjamin, Walter; Iluminaciones II. Baudelaire, Un poeta en el esplendor del capitalismo, Taurus, Madrid, 1972

Berman, Marshall; "Baudelaire: El modernismo en la calle", Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI, Buenos Aires, 1989, pp 129-173

Jameson, Frederic; Teoría de la postmodernidad, Trotta, Madrid, 1998

Noé, Luis Felipe; Artes Plásticas Argentinas, Sociedad Anónima, Cuadernos Hispanoamericanos, Nº517-9, ICI, Julio-Septiembre de 1993

Noé, Luis Felipe; "Alberto Greco, farsante y ángel liberador", Alberto Greco. Un extravío de tres décadas, Centro Cultural Borges, Buenos Aires, marzo 1996
   

Ilustraciones

Alberto Greco Vivo Dito, 1963 , Madrid

Andy Warhol , Diamond Dust Shoes, 1980 , 61 x 91 cm

Vincent Van Gogh , Par de zapatos, 1887 , 33 x 41 cm (Van Gogh Museum, Amsterdam)

Alberto Greco , Autorretrato Autopiernas, 1963 , Piedralaves, Avila

Alberto Greco , Primera Exposición de Vivo Ditos, 1962 , París

Alberto Greco , Manifiesto Dito dell Arte Vivo, 1962 , Génova

    
e-mail: ceciliaguerra@fullzero.com.ar

 

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