Asterión XXI

Revista cultural

           

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MILAGRO O SACRIFICIO

 

por José Luis Seró

  

   Desde el principio de los tiempos Dios creó al hombre y lo proveyó de todo. Este, cómodo con ello, se dedicó a la holgazanería y a disfrutar de los bienes recibidos. Pero lamentablemente algo salió mal, Dios le sacó los beneficios de los cuales gozaba y lo envió a luchar para conseguir sus propios logros.

    Bueno, después, todo el lío que hicimos y seguimos haciendo hasta llegar a nuestros días.

    Creyente o no creyente, el mundo que nos toca vivir no es fácil y muchos se apegan a que en algún momento Dios, o vaya a saber quién o qué, los toque con su mano y de pronto salgan siendo profetas, corriendo los 100 metros en 8 segundos o tocando todos los instrumentos a la altura de Mozart, Paganini, Satriani o Javier Malosetti (para ser más localista); y esto, sin el menor esfuerzo. Así que sentémonos a esperar a que algún milagro pase en nosotros y luego hagamos algo.

    ¿Aún seguimos pensando que estamos en el paraíso o el tiempo que estuvimos holgazaniando ahí nos trae tanta nostalgia que lo añoramos día a día?

    Lo cierto es que a través de los años nos vamos dando cuenta que el tiempo pasa y que además de ponernos viejos (como dice la canción) el milagro no ocurre, que el esperar no nos sirvió de nada. Entonces empezamos a mirar a aquellos que “son mejor que uno” y los endiosamos para justificar nuestro propio desgano. Y decimos: es un tocado por Dios, tiene dones naturales, creció para esto o aquello, jamás podremos alcanzarlo, etc., etc., etc.

    ¿Milagro o Sacrificio?. Veamos algunos puntos.

    Primeramente veamos ejemplos sobre la práctica. Pondré palabras de algunos “a los que nunca podremos alcanzar”. En mi caso hablaré de músicos porque es de lo que más conozco (de lo poco que conozco).

    Paco de Lucía en una entrevista dijo que mientras los amigos jugaban, él se encerraba en la pieza a practicar “9 horas por día”. Y acotó que no se acordaba quién había dicho la frase, pero que alguien había dicho que la música era 90% de sacrificio y 10% de inspiración.      

   

   

    Pat Metheny (guitarrista) dijo que estudiaba 12 horas por día.

    A Mike Stern (guitarrista) le preguntaron cuanto tocaba por día y dijo: mejor preguntame cuanto no toco por día, 5 minutos.

    La “leyenda” de Gene Krupa (baterista) cuenta que nadie quería tocar con él, entonces se encerró a estudiar, y que era tal su obsesión por mejorar que practicaba con una mano mientras la otra la tenía atada a la espalda, y después cambiaba para ejercitar ambas por igual. Luego de un tiempo volvió para ser quien fue, uno de los más grandes bateristas de la historia del jazz.

    Otros de los puntos es el medio en que nos desenvolvemos y lo que escuchamos. Un ejemplo en música clásica es Johann Sebastian Bach. Su padre Johann Ambrosius era músico de la ciudad y de la corte. De muy pequeño, Sebastian, recibió instrucción musical de su padre y del liceo de la ciudad en donde residía. El primo de su padre, que vivía en la misma ciudad, era un reputado organista, Johann Christoph, y también instruyó a Sebastian. Cuando muere su madre, lo envían con su hermano Christoph, que era músico discípulo de Pachelbel. Etc. Es lo que se llama estar rodeado de un ambiente totalmente musical, y esto, obviamente influyó en su espíritu y en su oído.

    También vemos que estamos influidos por ciertos mitos. “Uno de los mitos mayores, consiste en la desgraciada noción de que la creación musical es un acto nebuloso e indefinido, fundamentalmente fuera del control del creador (compositor); y que existe un estado denominado inspiración que periódicamente desciende de arriba, y que es acordado solo a aquellos compositores quienes, por razones igualmente indefinidas, se hallan especialmente dotados para recibir tales inspiraciones” – Texto extraído de la introducción realizada por Gunther Schuller al libro “Improvisando en jazz” de Jerry Coker.

    Se cuenta que Charlie Bird Parker (saxofonista) estaba tocando un solo en un café, y que este fue tan malo que el baterista tiró el platillo del charleston al piso (costumbre de la época al escuchar un solo que no gustaba). Lo cierto es que Parker no se quedó con eso y siguió tocando. Un día durante una jam-session en Harlem, su cabeza “quebró” y empezó una verdadera revolución musical. ¿Milagro?. ¡No!. Parker ya se había dotado de una técnica extraordinaria durante su adolescencia y escuchaba mucho a antecesores como Tatum y Lester Young. ¿Qué paso?. Práctica e información acumulada durante años hicieron que en ese momento se produjera una especie de “quiebre mental” que lo catapultaría a ser una de las mayores estrellas del jazz. Aconsejo ver la película “Bird” que hizo C. Eastwood.

    

    

    Resumiendo: ¿Tendrán “los grandes”, un contacto directo con algo extraño que viene de no sé donde?.

    No, definitivamente, no. Distintas circunstancias, como el medio ambiente en que uno vive, como la cantidad de información acumulada, como la cantidad de horas de práctica, como el sacrificio, como el esfuerzo, hacen de uno lo que llega a ser. No hay Milagro, puede que seamos buenos o no tan buenos, que gustemos o que no gustemos, que lleguemos a ser uno de los grandes o no. Lo importante es echar manos a la obra, apoyar el traste (refiero a la parte del cuerpo, no a los trastes de los instrumentos) en una silla y ponerse a practicar. Pienso que el paso de los años y la incorporación de información y la práctica, en algún momento de nuestras vidas produce un “quiebre” mental que nos lleva a ser quienes somos y queremos ser. Esto se da tanto para la música como para cualquier carrera o ámbito  de la vida. Que lleguemos a ser reconocidos o no, depende de otras circunstancias que muchas veces no tienen que ver con nosotros. Creo que hay mucha gente que no es conocida (y algunas que no quieren serlo) que son iguales o mejores a aquellos a quienes endiosamos.

    Acuérdense 90% de sacrificio y 10% de inspiración. Manos a la obra y a obtener resultados.

     

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