Asterión XXI

Revista cultural

           

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Hace cincuenta años, poco más...

 

por Rafael Ton

Director de

                    www.compromiso.zic.com.ar

  

   María Callas cantaba en el teatro Colón. Se desarrollaba en Mendoza el primer congreso de filosofía del mundo. Se construía el aeropuerto internacional de Ezeiza - era el más grande de todos -. Se realizaba el primer festival de cine internacional en Mar del Plata. Se edificaban decenas de hospitales públicos y gratuitos, hogares para ancianos, madres solteras y estudiantes del interior. Argentina era el país más alfabetizado de Latinoamérica. La gente iba a ver las películas argentinas premiadas internacionalmente como "Dios se lo pague" y "Las aguas bajan turbias". Hace cincuenta años el pobre sería la clase media de hoy, que comía puchero con verduras y carne y el domingo podía ir a ver jugar al fútbol a "La máquina" de River Plate. Y Labruna era de River y Severino Varela era de Boca, y todavía no habían llegado los intermediarios dispuestos a tratarlos como mercadería. Y el Charro Moreno jugaba con tintorro y pastas en el estómago, y noche de parranda, ante estadios llenos, y prodigaba espectáculo. Hace cincuenta años se creaba el Ministerio de Educación, dicho ministerio promovía becas para estudiantes de bajo recursos económicos. Se creaba la Universidad Obrera. Se construía una Ciudad Universitaria en Tucumán, otra en Córdoba, otra en Mendoza y otra en Buenos Aires. Se levantaba "La República de los niños" en La Plata. Por primera vez en la historia se podía ir a Rosario a distintas facultades, las había de Humanidades, de Ciencias de la Educación, de Medicina, de Ciencias Económicas y de Matemáticas. En San Juan se crea la de Ingeniería, Ciencias de la Educación en San Luis. Se creaba la Universidad Nacional en la ciudad de La Plata. Se reglamentaron las olimpíadas universitarias. Se crearon las misiones mono-técnicas para fomentar el estudio en las zonas rurales. En el país de hace cincuenta años había 1.064 jardines de infantes nuevos, había colonias de vacaciones, casi 300 escuelas fábricas, otro tanto de granjas educativas,  diseminadas por toda la Argentina. El presupuesto de educación se había quintuplicado desde 1946 - único caso en al historia del país - y los sueldos de los maestros duplicados. Había 8000 nuevas escuelas. Se realizan las primeras campañas masivas y federales de vacunación (viruela, tracoma, brucelosis, etc...) Se reduce, por ejemplo, el paludismo de 23.000 casos a 500. Se construyeron centros de investigación y diagnosis y postas sanitarias. Más de 100 centros materno-infantiles. 380.000 chicos son beneficiados con comida gratuita hasta que el gobierno le encuentre trabajo a sus padres. Se crea el banco central de sangre. Argentina exportaba enfermeras, pues son , según dicen, las mejores preparadas del continente. Se crea la filarmónica de Buenos Aires. Se construyen una decena de anfiteatros, que deben dar, al menos una vez por semana, espectáculos gratuitos. El gobierno subvencionaba titiriteros y circos argentinos que iban a instituto de menores, orfanatos y plazas. El cine argentino estrenaba cincuenta películas al año. Hace poco más de cincuenta años se inauguraba el autódromo 17 de Octubre. El automovilista Juan Manuel Fangio, deportista intachable, tanto en el aspecto competitivo como personal, se consagraba campeón del mundo. Argentina organizaba los primeros Juegos Panamericanos y obtenía 72 medallas. Hace poco más de 50 años se nacionalizaba la banca. Se creaba la planta Nacional de Energía Atómica. Se inauguraba en San Nicolás la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina. Comienza la fabricación nacional de locomotoras. Se construye el gasoducto Comodoro Rivadavia (1.700 kilómetros de tuberías). Se construyen 30 diques. Hace poco más de 50 años se nacionalizaban los teléfonos públicos, los ferrocarriles, el gas y las usinas de electricidad, la banderas argentinas lucían radiantes y orgullosas en todos estos lugares y  por primera vez, en la base General San Martín, en la Antártida. Hace cincuenta años, poco más, el país producía sus propios tractores, y las camionetas pick-up estaban fabricadas con piezas nacionales, y si uno prendía la radio, había más música argentina que extranjera, y los puertos también eran nacionalizados y se inauguraba, por nombrar otra, la planta de tolueno sintético y a todo esto había que sumarle que hace cincuenta años estaba ella, Evita, la princesa de los pobres.
   El derrumbe paulatino, solapado, de estos cincuenta años ha dejado aún más desamparado a los desamparados. ¿Se pueden justificar los timoratos después de tal ejemplo de entereza y de indómita entrega? ¿Se puede perder el rumbo tras haber palpado tan de cerca una vida plena de ideales, de trabajo? Basta observar las películas de entonces donde la mítica Tita, y tantos otros fomentan el amor por el país, el cooperativismo y el egoísmo como pecado inexcusable.  Hoy las escuelas de ayer se caen a pedazos, con maestras mal pagas. Hoy los enfermos, con la incertidumbre de poder obtener sus remedios, tiritan en los fríos pasillos de aquellos viejos hospitales que construyó la fundación Eva Perón. En el camino hay treinta mil desaparecidos; fabricas cerradas; banderas arrumbadas; deudas inmorales, de adentro y de afuera; promesas en vano, con la falta adicional de haberlas esgrimido utilizando la imagen de Evita. Es que entre estos dirigentes y Evita y Perón hay una, al menos una, diferencia abismal. (Si en un experimento sobrenatural sacáramos a un dirigente actual y lo pusiéramos al frente de la Fundación Eva Perón, habría dos grandes grupos, uno que se ahogaría en sollozos, consintiendo avergonzados no estar a la altura; el otro grupo mayoritario, buscaría las explicaciones para hacer advertir al electorado que este momento no es como el de entonces, que el entorno, el contexto, las presiones...nombrarían secretarios, adjuntos, asesores; la burocracia traería corrupción y posteriormente el derrumbe económico; no tendrían ideas para generar ayuda porque la falta de ideales y metas claras y grandes, lleva inexorablemente al descreimiento, éste a la apatía y por último a la calamidad, la muerte de toda empresa tímida).
   La diferencia abismal es la siguiente: ella, Eva, quería llegar para hacer, la ambición de ellos es llegar. Eva, como Perón, querían quedar en la historia grande y vaya si lo lograron, a muchos años de su muerte la gente sigue reeligiendo la boleta donde flotan sus efigies. Los de ahora, los de hace poco, solo quieren estar en la historia pequeña, titubeando entre la demagogia y el pragmatismo -no el realismo de Perón, si no el pragmatismo de acomodar los deseos de la gente sin pensar en metas futuras o realmente colectivas y federales-. Pero, esto no quiere decir que hay que quedarse protestando frente al televisor, sonriendo ante las burlas de los apóstoles artificiales, porque eso no lleva a ningún cambio, más bien lo contrario. Hoy hay que comprometerse, participar, analizar la información que vomitan medios interesados (muchos de ellos con pagas de empresas internacionales). Y sobre todo no hay que olvidarse que este país, hace cincuenta años, llegó a ser un país distinto, con errores por supuesto, pero con una meta propia, con ideales, si pudo ser así ¿por qué no puede ser todavía mejor?. Hay un por qué sí: porque esta tierra nos proveyó ejemplos, paradigmas de ayuda social como Evita, paradigmas de intelectuales comprometidos como Jauretche, paradigmas de profesionales con arraigo a su tierra y compromiso social como el Dr. René Favaloro, deportistas intachables como Fangio, escritores reconocidos a nivel internacional como Borges o Cortázar, militares con el sentido de libertad latinoamericano como el General San Martín,  arquetipos sobran, de Leandro Alem al Che Guevara, todos nacidos acá, en Argentina. Que sirvan de algo sus savias, esa savia que supieron dejar en sus acciones, en la expresión de sus ideales, en su obra creadora. Nos podemos poner de pie, pues tenemos ejemplos, sólo hay que dejar de entretenerse con nimiedades y apartar los modelos egoístas que nos quieren imponer.
   Hace cincuenta años, poco más, vivía Evita. Los desheredados tenían su hada que repartía besos, máquinas de coser, juguetes y casas. Los pobres tenían su princesa que los abrigaba sin importar la distancia. Es hora de demostrarle, de demostrarnos que su ejemplo no fue en vano.

  

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