María Callas cantaba en el teatro Colón. Se desarrollaba en Mendoza el
primer congreso de filosofía del mundo. Se construía el aeropuerto
internacional de Ezeiza - era el más grande de todos -. Se realizaba el
primer festival de cine internacional en Mar del Plata. Se edificaban
decenas de hospitales públicos y gratuitos, hogares para ancianos, madres
solteras y estudiantes del interior. Argentina era el país más
alfabetizado de Latinoamérica. La gente iba a ver las películas
argentinas premiadas internacionalmente como "Dios se lo
pague" y "Las aguas bajan turbias". Hace
cincuenta años el pobre sería la clase media de hoy, que comía puchero
con verduras y carne y el domingo podía ir a ver jugar al fútbol a
"La máquina" de River Plate. Y Labruna era de River y Severino
Varela era de Boca, y todavía no habían llegado los intermediarios
dispuestos a tratarlos como mercadería. Y el Charro Moreno jugaba con
tintorro y pastas en el estómago, y noche de parranda, ante estadios
llenos, y prodigaba espectáculo. Hace cincuenta años se creaba el
Ministerio de Educación, dicho ministerio promovía becas para
estudiantes de bajo recursos económicos. Se creaba la Universidad Obrera.
Se construía una Ciudad Universitaria en Tucumán, otra en Córdoba, otra
en Mendoza y otra en Buenos Aires. Se levantaba "La República de los
niños" en La Plata. Por primera vez en la historia se podía ir a
Rosario a distintas facultades, las había de Humanidades, de Ciencias de
la Educación, de Medicina, de Ciencias Económicas y de Matemáticas. En
San Juan se crea la de Ingeniería, Ciencias de la Educación en San Luis.
Se creaba la Universidad Nacional en la ciudad de La Plata. Se
reglamentaron las olimpíadas universitarias. Se crearon las misiones
mono-técnicas para fomentar el estudio en las zonas rurales. En el país
de hace cincuenta años había 1.064 jardines de infantes nuevos, había
colonias de vacaciones, casi 300 escuelas fábricas, otro tanto de granjas
educativas, diseminadas por toda la Argentina. El presupuesto de
educación se había quintuplicado desde 1946 - único caso en al historia
del país - y los sueldos de los maestros duplicados. Había 8000 nuevas
escuelas. Se realizan las primeras campañas masivas y federales de
vacunación (viruela, tracoma, brucelosis, etc...) Se reduce, por ejemplo,
el paludismo de 23.000 casos a 500. Se construyeron centros de investigación
y diagnosis y postas sanitarias. Más de 100 centros materno-infantiles.
380.000 chicos son beneficiados con comida gratuita hasta que el gobierno
le encuentre trabajo a sus padres. Se crea el banco central de sangre.
Argentina exportaba enfermeras, pues son , según dicen, las mejores
preparadas del continente. Se crea la filarmónica de Buenos Aires. Se
construyen una decena de anfiteatros, que deben dar, al menos una vez por
semana, espectáculos gratuitos. El gobierno subvencionaba titiriteros y
circos argentinos que iban a instituto de menores, orfanatos y plazas. El
cine argentino estrenaba cincuenta películas al año.
Hace
poco más de cincuenta años se inauguraba el autódromo 17 de Octubre. El
automovilista Juan Manuel Fangio, deportista intachable, tanto en el
aspecto competitivo como personal, se consagraba campeón del mundo.
Argentina organizaba los primeros Juegos Panamericanos y obtenía 72
medallas. Hace poco más de 50 años se nacionalizaba la banca. Se creaba
la planta Nacional de Energía Atómica. Se inauguraba en San Nicolás la
Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina. Comienza la fabricación nacional
de locomotoras. Se construye el gasoducto Comodoro Rivadavia (1.700 kilómetros
de tuberías). Se construyen 30 diques. Hace poco más de 50 años se
nacionalizaban los teléfonos públicos, los ferrocarriles, el gas y las
usinas de electricidad, la banderas argentinas lucían radiantes y
orgullosas en todos estos lugares y por primera vez, en la base
General San Martín, en la Antártida. Hace cincuenta años, poco más, el
país producía sus propios tractores, y las camionetas pick-up estaban
fabricadas con piezas nacionales, y si uno prendía la radio, había más
música argentina que extranjera, y los puertos también eran
nacionalizados y se inauguraba, por nombrar otra, la planta de tolueno
sintético y a todo esto había que sumarle que hace cincuenta años
estaba ella, Evita, la princesa de los pobres.
El derrumbe paulatino, solapado, de estos cincuenta años ha
dejado aún más desamparado a los desamparados. ¿Se pueden justificar
los timoratos después de tal ejemplo de entereza y de indómita entrega?
¿Se puede perder el rumbo tras haber palpado tan de cerca una vida plena
de ideales, de trabajo? Basta observar las películas de entonces donde la
mítica Tita, y tantos otros fomentan el amor por el país, el
cooperativismo y el egoísmo como pecado inexcusable. Hoy las
escuelas de ayer se caen a pedazos, con maestras mal pagas. Hoy los
enfermos, con la incertidumbre de poder obtener sus remedios, tiritan en
los fríos pasillos de aquellos viejos hospitales que construyó la
fundación Eva Perón. En el camino hay treinta mil desaparecidos;
fabricas cerradas; banderas arrumbadas; deudas inmorales, de adentro y de
afuera; promesas en vano, con la falta adicional de haberlas esgrimido
utilizando la imagen de Evita. Es que entre estos dirigentes y Evita y Perón
hay una, al menos una, diferencia abismal. (Si en un experimento
sobrenatural sacáramos a un dirigente actual y lo pusiéramos al frente
de la Fundación Eva Perón, habría dos grandes grupos, uno que se ahogaría
en sollozos, consintiendo avergonzados no estar a la altura; el otro grupo
mayoritario, buscaría las explicaciones para hacer advertir al electorado
que este momento no es como el de entonces, que el entorno, el contexto,
las presiones...nombrarían secretarios, adjuntos, asesores; la burocracia
traería corrupción y posteriormente el derrumbe económico; no tendrían
ideas para generar ayuda porque la falta de ideales y metas claras y
grandes, lleva inexorablemente al descreimiento, éste a la apatía y por
último a la calamidad, la muerte de toda empresa tímida).
La diferencia abismal es la siguiente: ella, Eva, quería
llegar para hacer, la ambición de ellos es llegar. Eva, como Perón, querían
quedar en la historia grande y vaya si lo lograron, a muchos años de su
muerte la gente sigue reeligiendo la boleta donde flotan sus efigies. Los
de ahora, los de hace poco, solo quieren estar en la historia pequeña,
titubeando entre la demagogia y el pragmatismo -no el realismo de Perón,
si no el pragmatismo de acomodar los deseos de la gente sin pensar en
metas futuras o realmente colectivas y federales-. Pero, esto no quiere
decir que hay que quedarse protestando frente al televisor, sonriendo ante
las burlas de los apóstoles artificiales, porque eso no lleva a ningún
cambio, más bien lo contrario. Hoy hay que comprometerse, participar,
analizar la información que vomitan medios interesados (muchos de ellos
con pagas de empresas internacionales). Y sobre todo no hay que olvidarse
que este país, hace cincuenta años, llegó a ser un país distinto, con
errores por supuesto, pero con una meta propia, con ideales, si pudo ser
así ¿por qué no puede ser todavía mejor?. Hay un por qué sí: porque
esta tierra nos proveyó ejemplos, paradigmas de ayuda social como Evita,
paradigmas de intelectuales comprometidos como Jauretche, paradigmas de
profesionales con arraigo a su tierra y compromiso social como el Dr. René
Favaloro, deportistas intachables como Fangio, escritores reconocidos a
nivel internacional como Borges o Cortázar, militares con el sentido de
libertad latinoamericano como el General San Martín, arquetipos
sobran, de Leandro Alem al Che Guevara, todos nacidos acá, en Argentina.
Que sirvan de algo sus savias, esa savia que supieron dejar en sus
acciones, en la expresión de sus ideales, en su obra creadora. Nos
podemos poner de pie, pues tenemos ejemplos, sólo hay que dejar de
entretenerse con nimiedades y apartar los modelos egoístas que nos
quieren imponer.
Hace cincuenta años, poco más, vivía Evita. Los
desheredados tenían su hada que repartía besos, máquinas de coser,
juguetes y casas. Los pobres tenían su princesa que los abrigaba sin
importar la distancia. Es hora de demostrarle, de demostrarnos que su
ejemplo no fue en vano. |