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EDITORIAL
| “Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es |
| otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; |
| son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, |
| la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo”. |
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Jorge Luis Borges, La casa de Asterión |
La nave Asterión zarpó hace exactamente un mes. El viaje es hacia las
aguas de la cultura. Aguas algunas veces profundas, otras turbulentas. También
las hay de las que invitan a navegar al garete, pero el desafío es no perder
el rumbo.
Nuestro vehículo, la producción intelectual, es una invitación abierta a todos aquellos que quieran sumarse en esta travesía, tal como lo mencionamos en la Editorial del primer número.
No hay vuelta atrás. Como todo viajero, y pensamos especialmente en el amigo Marco Polo, debemos adaptar nuestras costumbres a las realidades que vamos visitando para enriquecernos de las mismas. Internet es un medio global (¡vaya si lo es que nos permitió llegar ya a once países con más de mil ochocientas visitas a nuestras páginas!), pero hoy que la globalización está en boca de todos, ya sea para hablar a favor o en contra de ella y, cuando se nos plantea una opción de blanco o negro, preferimos colocar el conflicto en su justo término. Porque la cultura universal se conforma de múltiples voces locales. Voces que aportan su diversidad, y que cuando mejor definen su identidad (y la del interlocutor), más son escuchadas.
Asterión surgió para divulgar esas voces, en nuestro laberinto caben muchos otros laberintos.
Héctor
Alvarez Castillo
Fernando Pedró
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