SABATO Y EL TANGO
Acerca
del tango
"Nuestra
nostalgia, nuestra tristeza, nuestro
profundo sentimiento de soledad, hasta
nuestro cínico exitismo revelan una curiosa propensión metafísica",
escribía Ernesto Sabato en un artículo olvidado (1).
Aquella frase representa una de las concepciones básicas para la comprensión
de la obra del escritor: toda su novelística y su pensamiento se funda en
cierta metafísica, propensa a rescatar los valores humanos en una civilización
que "cruje y amenaza derrumbarse". Y esa "metafísica de la
calle" —Sabato toma esta definición de Niesztche— tiene su origen en
la "zona de fractura" que constituye América, porque "aquí
somos mas transitorios y efímeros que en París o en Roma, vivimos como en un
campamento en medio de un terremoto y ni siquiera sentimos ese simulacro de la
eternidad que allá está constituido por una tradición milenaria" (2). Considera al tango como la revelación de "esa fractura rioplatense en América
y la dualidad que nos caracteriza, entre el nuevo continente y el viejo"
(3).
Es
interesante observar que Sabato no solamente le atribuye al tango ese origen híbrido
de conflictos y tristezas sino que también lo hace a su propia novelística,
que de esa manera se constituye en "testigo" de la crisis de la
civilización y, con ello, en expiación y catarsis de esos sentimientos traumáticos
de la nacionalidad argentina.
Para
Sabato el tango encarna la nostalgia, la tristeza, la frustración, la
dramaticidad, el descontento y el rencor. Y, aunque tal vez pueda parecer paradójico,
lo considera un hecho positivo porque a través de su expresión artística (sus
letras y su danza) se constituye no solamente en expresión de lo argentino, en
esa búsqueda incesante de identidades que cumple cada país, sino en un vehículo
de la liberación de esa nostalgia y esa tristeza. De esta manera Sabato
adscribe a la popular definición de "su máximo creador", Enrique
Santos Discépolo: "el tango es un pensamiento triste que se baila".
Proyectos y realizaciones
Sabato no solamente se dedicó a teorizar acerca del tango: fue partícipe
de algunos hechos de relevada importancia para la danza porteña. Sus primeros vínculos
con el mundo del arrabal hay que buscarlos en la amistad de varios grandes
artistas con el escritor. Anibal Troilo, Mariano Mores, Julio De Caro, Tita
Merello son algunos de los nombres de quienes compartieron con Sabato aquella
rutilante época de oro.
Con el paso de los años el tango sufriría un proceso de renovación.
Esa renovación y revalorización fue encarada, en su máxima expresión, por
Astor Piazzolla. Sabato fue gran amigo del compositor y junto a él haría la
primer incursión en "la música ciudadana", según la propia definición
de Piazzolla, ante las críticas acerca de su tango de "vanguardia".
En 1963 aparece el L.P. "Tango
contemporáneo" de Astor Piazzolla y su nuevo octeto. El long play
incluye la pista "Introducción a Héroes y Tumbas", pieza
perteneciente a una suite, que se estrenaría al año siguiente, acerca de la
novela homónima del escritor. En un reportaje (6) Sabato comenta las conceptos
generales de aquella obra: "Yo quisiera que en nuestra suite
pudiera expresarse la soledad del protagonista, sentado en el banco de una plaza
porteña, con los acordes melancólicos y conmovedores de esas composiciones [de
Astor Piazzolla]". Esta obra formó parte de un proyecto mayor en el que se
preveía una puesta en escena coreográfica - teatral - musical. Pero las
dubitaciones del escritor y los entrecortados tiempos del músico pospusieron la
obra que nunca encontró su finalización. Solo queda esa admirable composición
en la que "Piazzolla logra rememorar con flauta,
violín y cello aquella realidad antigua y patricia, esta otra realidad de hoy
en que el bandoneón describe, melancólica y sombríamente, la soledad del
protagonista y el misterio de la noche y el amor desdichado" (7).
La segunda aproximación de Sabato al tango se vincula al proyecto
de uno de sus mejores amigos, el productor discográfico Ben Molar. El 17 de
noviembre de 1966 salió a la venta en disquerías el long play "14
con el tango" que aunó en un hecho histórico
a 14 escritores: Ernesto Sabato, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Manuel
Mujica Láinez entre otros; 14 músicos - compositores: Juan D'Arienzo, Julio De
Caro, Osvaldo Manzi, Mariano Mores, Astor Piazzolla, Aníbal Troilo y otros; y
14 pintores, entre los que se destacaban: Onofrio Pacenza, Leopoldo Presas, Héctor
Basaldúa, Carlos Alonso, Raquel Forner, Zdravko Ducmelic, Raúl Soldi y
Santiago Cogorno.
Ben Molar cuenta la siguiente anécdota respecto al surgimiento del disco: "en una de las habituales visitas de Borges a mi estudio, mientras tomábamos café, le pregunté: "Borges, ¿usted me haría un tango?, y él me respondió: "por qué no, ¿acaso usted no dice que cada argentino es un tango?" (8). Y de esa manera se lanzó la empresa de sacar el disco porque el tango "estaba pasando por uno de los momentos más difíciles de su historia y pensé que si los intelectuales se acercaban a él le iban a dar una mano" (9).
Los escritores trazaron sus plumas ideando una serie de tangos que fueron musicalizados por los compositores y representados artísticamente por los principales plásticos argentinos. El disco fue un éxito internacional que representó a la Argentina en el mundo entero, siendo expuestos los cuadros, interpretadas las obras por sus músicos y explicitados los contenidos de las letras por los escritores en conferencias y exposiciones en Europa, Asia y América. Ernesto Sabato escribió "Alejandra", un tango vinculado a su novela Sobre héroes y tumbas, aparecida en 1961, en el que el protagonista regresa a aquel banco en que conoció a Alejandra, la musa de la novela, y se repregunta por aquella extraña relación. Quien musicalizó el poema fue Aníbal Troilo con su inmortal bandoneón. "De las parejas (autor y compositor), la única que se "eligió" mutuamente fue la integrada por Aníbal Troilo y Ernesto Sabato. El bandoneón mayor de Buenos Aires, dijo un día, cuando ya entre ellos se había iniciado ese diálogo sin palabras que domina a quien siente lo que representa nuestra música: —Si con usted, Sabato, no escribo el mejor tango de mi vida, le juro que me pego un tiro en las... " (10). (ver letra de "Alejandra")
Y la última participación de importancia de Ernesto Sabato en el tango se debe, nuevamente, a un pedido de Ben Molar. "Los 14 de Julio De Caro" se constituyó como un homenaje al compositor. Grabado en febrero y marzo de 1975, el disco contó con la participación de Ernesto Sabato, Cátulo Castillo, Florencio Escardó, Ulyses Petit de Murat, Horacio Salgán, Luis Stazo y Clemente Lococo entre otras destacadas personalidades.
Sabato colaboró componiendo la letra y recitando un nostálgico tango: Al Buenos Aires que se fue. "Muchas veces me invade la emoción, y las lágrimas me asoman —confiesa Ben Molar— porque Ernesto pintó en ese poema muchas cosas hermosas y algunas otras terribles que hacen al diario vivir, en una parte nos dice: Feliz de vos Homero Manzi, que te fuiste a tiempo... De algo estoy completamente seguro, así como muchos se emocionan ante un cuadro o una obra de teatro, tengo la certeza que escuchando la voz de Ernesto Sabato, diciendo Al Buenos Aires que se fue, no faltarán en este siglo quienes se emocionarán tanto como yo" (11). (ver letra de "Al Buenos Aires que se fue").
NOTAS
(1). "La tristeza
de los argentinos". En Gaceta Literaria, nro. 12 (enero - febrero de 1958). Pág. 1.
(2). "Páginas
vivas". Buenos
Aires, Ed. Kapelusz, 1974. Capítulo "Interrogatorio
preliminar". Pág. 202.
(3). Ibídem.
Capítulo "Sobre nuestra música popular". Pág. 107.
(4). "La tristeza
de los argentinos". Op. Cit. Pág. 1.
(5). Ibídem.
(6). Clarín Revista
del 22 de septiembre de 1963. Reportaje de Oscar Koremblit.
(7). Tango contemporáneo. por Astor Piazzolla y su Nuevo Octeto. (1963). LP CBS Nos. 9039 (S) / 8419 (M).
(8). La Maga.nro.
15. Edición especial.
"Le
pedí un tanguito y me dijo que sí". Pág. 36.
(9). Ibídem.
(10). Colección Los
Grandes del Tango. Fascículo
nro. 56 (noviembre de 1991). Pág. 20.
(11).
Proa. En las Letras y en las Artes (Tercera
Época). nro. 52 (mayo - junio de 2001). Pág. 106.
He vuelto a aquel banco del Parque
Lezama.
Lo mismo que entonces se oye en la noche
la sorda sirena de un barco lejano.
Mis ojos nublados te buscan en vano.
Después de diez años, he vuelto a tí solo,
soñando aquel tiempo, oyendo aquel barco,
el tiempo y la lluvia, el viento y la muerte:
ya todos llevaron, ya nada dejaron ...
Entre soledades y hondos dolores
en vagas regiones de negros malvones
estás, Alejandra, por cuáles caminos,
con grave tristeza, oh muerta princesa!
He vuelto a aquel banco del Parque Lezama.
Lo mismo que entonces se oye en la noche
la sorda sirena de un barco lejano.
Mis ojos nublados te buscan en vano.
Ahora tan solo la bruma de otoño.
Un viejo que duerme... las hojas caídas...
El tiempo y la lluvia, el viento y la muerte:
Ya todos llevaron, ya nada dejaron ...
Letra: Ernesto Sabato
Música: Aníbal Troilo
Al Buenos Aires que se
fue
Cuando la dureza y el furor de Buenos Aires
hacen sentir más la soledad
busco un suburbio en el crepúspulo, y entonces,
a través de un brumoso territorio de medio siglo
enriquecido y desvastado por el amor y el desengaño,
miro hacia aquel niño que fui en otro tiempo.
Melancólicamente me recuerdo
sintiendo las primeras gotas de una lluvia
en la tierra reseca de mis calles sobre los techos de zinc.
"Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva",
hasta que los pájaros cantaban y corríamos descalzos,
a largar los barquitos de papel.
Tiempos de las cintas de Tom Mix y de
las figuritas de colores,
de Tesorieri, Mutis y Bidoglio,
tiempo de las calesitas a caballo,
de los manises calientes en las tardes invernales,
de la locomotora chiquita y su silbato.
Mundo que apenas entrevemos cuando
estamos muy solos,
en este caos del ruido y del cemento,
ya sin lugar para los patios con glisinas y claveles,
donde una chica casadera cantaba algo de un pañuelito blanco,
mientras planchaba la ropa del hermano.
Cuando la dureza y el furor de Buenos
Aires,
hacen sentir más la soledad,
salgo a caminar por esos barrios que tímidamente, con vergüenza,
conservan algún minúsculo tesoro de un pasado menos duro,
una maceta con malvones, alguna reja rezagada.
Pero ya Boedo no es el que cantó De
Caro,
ni Chiclana la calle de Esthercita,
ni Puente Alsina en la vieja barriada
que vio nacer al poeta callejero.
En vano buscaremos las muchachas
en torno del gringo y su organito,
ansiosamente mirando la cotorra,
esperando de su pico la buenas suerte o el amor.
Feliz de vos, Homero Manzi, que te
fuiste a tiempo,
cuando aún era posible escribir esas canciones de trenzas y almacenes,
cuando todavía los espíritus no estaban resecados,
por la ferocidad y la violencia.
Ya no hay novias detrás de las
persianas,
esperando al gringo y su monito.
Ya murió el último organito
y el alma del suburbio se quedó sin voz.
Letra: Ernesto
Sabato
Música: Julio De Caro
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