Asterión XXI

Revista cultural

           

 

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CALEIDOSCOPIO MUSICAL

Ensayo crítico sobre el volumen
Reflexiones sobre la música(*)
de Paul Henry Lang

            por Héctor Alvarez Castillo

    Un escenario para la musicología en el que se preste singular atención a la perspectiva histórica en todos los fenómenos que hacen al arte musical es, como bien señala Christoph Wolff, lo que provocó y exigió Paul Henry Lang (1901-1991) a lo largo de su existencia. Este Festschriften que reúne una treintena de ensayos del autor de Música en la civilización occidental (1941) -texto basal de los posteriores trabajos en la disciplina- es una magnífica muestra de la posición de tener en cuenta constantemente el marco histórico y cultural tal como promovió el fundador de la Sociedad Americana de Musicología en su dilatada y rica carrera como erudito y divulgador.

    La estructura de esta obra plantea en cuatro secciones una amplia diversidad temática y de puntos de enfoque sobre musicología, música antigua y contemporánea, y sobre la práctica de la interpretación -tal vez el apartado más especializado del conjunto. En la introducción, los editores Alfred Mann y George Buelow, comentan que esta compilación póstuma recoge ensayos publicados en vida del autor con otros que éste preparó o dejó bosquejados con la finalidad de editar un libro que abarcara una miscelánea de temas y preocupaciones -más de una ocasión afirmadas por consideraciones polémicas- con los ojos puestos en el objeto de estudio, pero, jamás olvidando nuestra sensibilidad y nuestra pertenencia a la época actual.

    Estos textos tienen una noción o idea focal que Lang va cultivando sucesivamente: lo genuino, lo auténtico, la sinceridad. En Bach: artista y poeta se pregunta si ésta es un valor artístico, haciendo la diferencia entre una sinceridad deliberada y otra lírica, "que escapa del alma porque debe salir a la superficie, porque no puede reprimirse." Muestra de este estilo de trabajo que no se ciñe a una erudición academicista ni pierde de vista al resto de las manifestaciones humanas al ahondar en su métier, es el contrapunto que realiza entre Bach y el Rousseau de Las Confesiones al distinguir a quién se dirigía, en su intimidad, cada uno de éstos al momento de producir la obra.

    No puede decirse que los juicios de Lang sean mesurados, su entusiasmo por los asuntos que aborda le dan a su estilo -a la par de la profundidad y capacidad de asociar y relacionar movimientos, épocas y compositores con todo lo que está sucediendo a su alrededor- una elegante contundencia que avasalla no sólo al lector desprevenido, sino también al especialista. Lang avanza sobre todo. Puede como en Un maestro musical para la Casa Blanca -que nace como pretexto por los "plebeyos" gustos musicales de la reina Isabel II de Inglaterra- dirimir entre lo que es una concesión a la realeza y una buena puesta artística, donde la nación presente un espectáculo de nivel internacional. O, como en Amadeus, sostener la pregunta quizá esencial que debe hacerse un autor interesado por las ficciones montadas sobre la historia: "¿Hasta qué punto debe modificar los sucesos reales para obtener su efecto dramático?"; para entrar luego en el análisis de la obra teatral de Peter Schaffer y del film al que dio origen, y conceptuarla, no obstante sus virtudes como entretenimiento, como "ofensiva por injusta hacia Mozart y Salieri", reiterando la falsa leyenda tejida por círculos nacionalistas austríacos y checos.

    En Musicología y textos musicales, insiste en la necesidad de universalidad, en estar atentos a todas las áreas de conocimiento. Este saber le da la capacidad de cotejar obras de divulgación de otros ámbitos que, a diferencia de lo que él encuentra en el terreno musical, suscitan el interés del público general debido a que sus autores tienen una comprensión de primera mano de las complejidades de sus respectivos temas, al tiempo que entienden el funcionamiento de las mentes legas en la materia. La cuestión es cómo llegar a los otros sin falsear la esencia del arte y del saber que se anhela trasmitir.

    Las preocupaciones estéticas toman en el pensamiento de Lang su verdadera fuerza y realce cuando se sustentan en lo ético, y desde aquí hasta lo político. La música, la poesía, perciben una generación ante los cambios y transformaciones sociales que después de ser motivo de revolución, se convertirán en ley o en costumbre. Por esto "primero viene la creación, luego el razonamiento".

    En uno de los ensayos fundamentales sobre interpretación, Autenticidad, plantea que cuando la erudición se presenta como una coraza que asfixia, debemos recurrir a la solución artística del problema, guiándonos por la intuición. El academicismo no puede estar por encima de la sensibilidad y del goce estético. La concepción de "lo correcto" debe ser trascendida por la intuición artística al momento de la ejecución, se deben sortear los peligros de la hermenéutica interpretativa, manteniendo despiertas nuestras facultades críticas en la búsqueda de la autenticidad, sin dejar de lado jamás el placer. Hay que percibir, superando los rasgos externos del cambio, la tradición musical que une lo antiguo con lo nuevo.

    Este corpus ensayístico es de alguna manera el digno obsequio que nos ha reservado Lang y que ahora llega a nuestras manos como una invitación de silva varia para los amantes de la música.

 

(*) Reflexiones sobre la música, Paul Henry Lang. Editorial Debate, España, 1998; traducción de Francisco Páez de la Cadena, 294 páginas.

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