Asterión XXI

Revista cultural

           

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Las caras de la violencia en la Escuela (nota 1)

por Javier Caramia

 

Aquí se propondrán breves reflexiones acerca de la Educación en la actualidad. En este caso, la relación entre la escuela y la sociedad. Es la intención y el deseo de su autor invitar al pensamiento y disparar el debate acerca de un tema que incumbe a todos.

 

Un alumno nuevo, las presentaciones del caso y este pequeño diálogo:

— ¿De qué escuela venís?
De la número tal del distrito tal
— ¡Ah! Ésa queda a la vuelta de casa. ¿Y por qué te cambiaste?
Porque mi mamá le pegó a la Directora.

Me ocurrió esto a principios del año pasado y recuerdo cómo dijo lo que dijo. No había ni la sombra de una vergüenza por un acto que no distinguía a su madre. Al contrario, era dicho como un desafío, o casi. Era nuevo en la escuela y, en alguna medida, hacía su apuesta de esa forma: resaltando un hecho que la mayoría de nosotros ocultaríamos con desconsuelo.

Ni siquiera interesa saber si fue cierto el golpe, o si sólo fue una amenaza, o un insulto: lo cierto es el relato de un golpe de una madre a la directora, nada menos, que es considerado como digno de figurar en su curriculum por este alumno. Pudo haber dicho, sin necesidad de mentir, —pues no es eso lo que queremos— que tuvo problemas con la directora de la escuela, por ejemplo.

Luego, el hecho se convierte en anécdota que sirve para reflexionar. Hay más historias de este tipo y, también, otras historias: historias peores. Si elegí la que relaté es porque parece más extraña, dentro de la cantidad de hechos que podrían agruparse bajo un mismo tópico: violencia.

Lo recordé días atrás cuando oí una noticia increíble: el conductor de una camioneta en México, fastidiado por un acto escolar por el día de la Bandera de ese país, que al ser realizado en un lugar público interrumpía el tránsito de su vehículo, no tuvo mejor idea que arremeter con el mismo sobre la formación de los niños, culpables sólo de acatamiento a la obligatoriedad escolar. Dos chicos murieron y hubo varios heridos. (Ver http://old.clarin.com/diario/2002/05/08/s-03902.htm; http://www.la-prensa.com.mx/laprensa/020508/general/3general.asp)

Fue así que me pregunté cómo podría asombrarnos lo que sucedía dentro de una escuela cuando lo que sucede fuera es de una locura tan repulsiva. Puede decirse que un hecho se verificó a miles de kilómetros del otro, pero, pienso, la significación es similar. No es menor locura la de nuestro bendito país.

No se trata, sin embargo, de naturalizar la violencia de intramuros, justificándola por la violencia que fuera de la escuela padece nuestra sociedad, pero sí de comprender que los hechos no brotan de un repollo y que no es sencillo ni posible escaparle al contexto en el que vivimos.

Emilio Tenti Fanfani, especialista en educación, señala como una de las características que las escuelas poseían en su origen —cuando a la par de la constitución de los Estados Nacionales se erigieron dentro de un Sistema Educativo con la función política de integración nacional, apuntando al afianzamiento del sentimiento ciudadano, amén de su función, podríamos decir, "específica" de transmisión y distribución del conocimiento—, fue la de construir "un mundo aparte". Las escuelas garantizaban un lugar al cual tenían vedado el acceso las cosas mundanas, pues el espacio escolar estaba reservado a las verdades sagradas, al orbe de lo estrictamente académico.

En los tiempos que corren, informa, o nos recuerda Tenti, "los muros de la escuela ya no son tan sólidos como antes". Es cierto que Tenti en su artículo toma estos datos para replantear las viejas preguntas acerca de qué es conveniente que sea enseñado en la escuela y otros detalles relacionados con el tipo de formación (cultura general, enciclopedismo, etc.). Pero, saber que las paredes de la escuela son permeables a la "realidad" es saber que en esa realidad, en esa vida cotidiana que llevan los niños a la escuela "como Caballos de Troya", según la expresión del propio Tenti, hay enorme violencia y singular locura, entendiendo ésta como "exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo", según una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia.

Y es violencia que se intensifica de modo considerable. Cada tanto vuelven los hechos de violencia en el fútbol y siempre se dicen las mismas cosas. Una de ellas es que "los estadios no están preparados".

La pregunta que podríamos hacernos los docentes es ¿estamos nosotros y las escuelas preparados para vivir en medio de todo esto? Y vuelvo a recalcar que el hecho "violento" que narré es realmente nimio (incluso debo decir que ese alumno no me trajo un solo problema, por suerte).

Cada cual sabrá la respuesta respecto de sí mismo. Respecto de las escuelas estoy casi cierto de que contestaremos que no.

Sé que no agregaré nada diciendo que lo que se ha roto es el contrato entre la Escuela y el Estado, y, por lo vivido el último diciembre, entre el Estado y la Sociedad Civil. Si esto es verdad, como muchos creemos, entonces sólo existe un problema más importante que ése: cómo lo resolvemos.

Bibliografía: Tenti Fanfani, Emilio (2000) Pedagogía y Cotidianidad en Tenti Fanfani, Emilio (comp.) Una escuela para los adolescentes, UNICEF-Losada, Buenos Aires.

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