Asterión XXI

Revista cultural

           

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EDITORIAL

“...sus puertas (cuyo número es infinito) están
abiertas día y noche a los hombres y también a
los animales. Que entre el que quiera”.

Jorge Luis Borges, La casa de Asterión

 

    En el ámbito de la cultura los espacios de producción y crítica tienen diversas motivaciones, pero, si existe algo que consideramos no debe faltar en su génesis es la convicción en la tarea que se va a emprender y la necesidad de abrir el juego. Recordamos de la primera charla -en la cual surgieron ideas, nombres e intereses para dar vida a este sitio- que cada uno de nosotros conocía el sabor agrio de estar del otro lado del mostrador. No ser aceptado, ni siquiera ser leído. No ser considerado por los que tienen poder de decisión. Y también predecíamos que, cuando fuera el momento de salir a escena, íbamos a contar con la complicidad de los que estaban en una situación similar. Queremos con Asterión cambiar un poco esta historia que siempre está mudando y apenas se modifica.

    Asterión pretende ser un espacio abierto a la recepción y divulgación de la producción cultural, y ansiamos que aquello que trasmita con mayor fidelidad nuestros objetivos sean los trabajos que mes a mes se vayan sucediendo.

    Este espacio alternativo de producción necesitaba un soporte para transformarse en realidad. Internet nos ofrece la interacción del discurso con el lenguaje visual y la llegada a infinidad de lectores-navegantes a los que jamás tendríamos acceso. Y todo, en términos económicos, con un mínimo de inversión. Está de más aclararles que a los artistas e intelectuales el dinero nos les anda sobrando. Sino pregúntele a los de Altamira que para hacer arte la única chance que tuvieron fue pintar la casa.

    Nuestro email está a disposición de todos los que quieran que sus obras vean la luz. Hablamos de espacio abierto y alternativo, y nos esforzaremos por no fallar en ninguno de estos aspectos.

  Desde hoy las puertas de La casa de Asterión están de par en par, sin olvidarnos que el verdadero laberinto siempre es el hombre.

 

Fernando Pedró               Héctor Alvarez Castillo

  

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