PANFLETO (*)
CONTRA
LA BIOÉTICA
Por
Alejandro Miroli
"Al
reducir cada hombre a una vida, la bioética resta inerme para prevenir la gestión
total de la persona, transformada en un sistema inmune…que proporciona un
pseudo-argumento que legitima tal reducción a una vida sobre la cual los comités
de ética pueden emitir sus sentencias."(1)
Te felicito. Has
llegado a una posición laboral filosófica, eres un experto en esa rama de la
ética aplicada a problemas que surgen de los efectos de desarrollos de la
tecnología médica, a la que llaman bioética,
y como tal ayudas a que la gente decida bien sobre sus vidas, sus padeceres, sus
muertes; y de paso, para evitar alguna desprolijidad -pues la gente muchas veces
se equivoca- mas que ayudar decides por ellas y te yergues en autoridad sobre
sus cuerpos. Tu profesión es venturosa; ya que según un conocido epígono de
ella, la bioética salvó a la ética; no la salvo la reflexión sobre la
guerra, ni el colonialismo, ni la explotación, ni el trabajo esclavo, ni las
formas sociales de reproducción del abuso sexual y moral, ni las crecientes
adicciones endémicas, ni el suicidio, ni la degradación de la vida urbana, ni
el hacinamiento carcelario, ni la creciente desigualdad, ni el incremento de la
violencia en las relaciones interpersonales. No, ninguna reflexión sobre estas
cosas salvó a la ética. Por suerte la bioética vino con su impulso renovador
y dio vida a la reflexión ética, mostró otros problemas y otra agenda
diferente a la que podría surgir de aquellos temas, que era frustrante para el
filósofo moral porque ningún comité gubernamental se iría a ocupar de ellos,
ya que ellos serían meros problemas fácticos y gracias a los bioéticos tales
problemas son no-problemas éticos (ya que no pudieron renovar ni vivificar la
ética), sino subproductos del pensamiento único (¿neoliberal?), y en ese caso
¿qué le vamos a hacer?. Y como por casualidad, sin designio -no vayamos a
pensar en conspiraciones estilo X-Files- toda la compleja, y altamente
sofisticada argumentación bioética siempre está al lado de donde hay plata:
fecundación asistida (por tecnologías caras) tecnologías de la curación por
transplantes (por equipos y tratamientos carísimos) la racionalización de la
industria farmacéutica (vigilando la ética del conejo) la expansión de daño
extracontractual (encareciendo los seguros médicos), etc., y parece funcional a
la acumulación de plusvalía en la salud, al reemplazo de una concepción de la
salud pública fundada en derechos de equidad por otra fundada en
consideraciones actuariales, el refuerzo de la autoridad de los médicos
graduados y de sus instituciones en la pretensión de poseer el monopolio de la
curación; en suma has elegido bien (de hambre no te vas a morir ya que no por
casualidad para esta argumentación hay plata y posiciones académicas).
Y aquí se plantea tu agenda, por ejemplo es fascinante la discusión sobre el
estatus moral de las células /perdón, de dos células: un espermatozoide y un
óvulo/ y las complejas tecnologías nada baratas y de escaso impacto en los
problemas de salud pública, que se necesitan para su mantenimiento criogénico,
claro está que el estatus moral de las células y de los monos araña, desplaza
aquellos problemas no salvadores de la ética y las complejas tramas sociales en
que se ellos se inscribían.
Tal vez sea por esto que la bioética salvo a la ética, le quitó la
dimensión social que molestaba y la reemplazó por una dimensión tisural.
Pero debemos ver mas allá. Pues ¿acaso la bioética no se ocupa de los
destinos de los miserables que van al hospital? Bueno, de algunos temas, no sea
cosa que te confundan con un tirabombas (se pierde la plata, claro) y claro que
de los ricos no se ocupa porque los ricos -las
ricas- abortan, se ligan las trompas, compran pastillas abortivas, se ponen
DIUS sin problemas pues tienen la plata para pagarlo y no consultan a los bioéticos.
En cambio las miserables van al hospital público, se someten al lento y
complicado proceso de toma de decisiones judiciales, aparecen en polémicas mediáticas
que alimentan la venta de periódicos y señales televisivas, dinamizan la
circulación de significantes que impactan en el imaginario social enmascarando
estructuras (como dando a entender que algo pasa y tapando lo que realmente
pasa) y ustedes son llamados a su juego, ocupan páginas en los diarios para
promover los problemas de los miserables -las
miserables. Pero en este punto la diferencia entre las miserables y las
ricas no aparece como tema, la inequidad no es tema de tus afanes. Y también la
eutanasia aparece, pues ¿acaso no se ocupa de los casos en que un tetraplejico
manifiesta su vocación de morir con ayuda, que su condición hace inevitable?
Nuevamente estos temas te invitan porque producen mucha discusión en los
diarios. Pero la eliminación o restricción de las prestaciones del seguro de
salud para los jubilados y pensionados, la corrupción de las instituciones que
lo administran, y la escasa dignidad de una atención lenta, burocratizada, y
que no cubre mucha terapia intensiva no es un tema, pues no da prestigio (bueno,
esto puede sonar atrasado, por suerte para tus afanes ahora las cosas están
peores, y el PAMI está destruido, en el ínterin algunos viejitos se mueren, en
el ínterin la eutanasia tomas las formas de genocidio silencioso, ya vaya
siendo tiempo que tires algún tema de esos que te preocupan como los derechos
de los huesos, para ir desviando la atención). Y acaso figuran en alguna agenda
bioética los efectos de los monopolios farmacéuticos en la atención de la
salud en los terceros, cuartos y n-ésimos mundos: No, pues los desplazó la
reflexión sobre los cuidados que debe tenerse en la experimentación de un
medicamento con células, conejillos de Indias o con voluntarios humanos (no
vaya a ser cosa que por casualidad de alguna combinación de principios bioéticos
se desprenda que los remedios deban ser gratuitos o al menos baratos), y claro
que tu saber bioético le es funcional a esos monopolios, y no irás en su
contra, sino que cuidarás que su imagen pública sea impoluta y funcione bien
(no sea cosa que motives una teoría crítica de la terapeútica). Y acaso no
cuidas que el médico le diga al paciente lo que tiene, que lo informe
responsablemente; pero no exageremos porque la agenda bioética no admite toda la información, acaso el experto en reproducción asistida le
dice a la deseante-ser-madre cuales son las tasas de fracaso, cuantas serán las
violaciones del cuerpo, acaso el médico de hospital informará sobre la
iatrogenia hospitalaria, acaso tendrá tiempo de decirle cualquier cosa que
tenga cuando lo ve una vez por mes, en cinco minutos, rodeado de otros médicos
que hablan de fútbol y de gente que permanentemente entra y sale, o acaso pueda
desarrollar su elección por la atención del padecimiento humano cuando un análisis
clínico tarda mas del tiempo en que hay que medir un valor, nuevamente los
ricos tienen recursos para comprar tiempo para consentimiento informados,
mientras los pobres tendrán que ir al hospital público (y te imaginas el
hospital público en Kandahar, en Maputo, te imaginas la información que allí
le puedan dar después de un escrutinio de qué análisis hechos en tiempo y
forma, ¡te imaginas un comité de ética en un hospital de estos!) y la
industria farmacéutica da información -¡vaya si da!- sólo que quién
entiende todas las consecuencias y terminología de los prospectos que acompañan
a los fármacos. Nuevamente siendo funcionales y reforzando monopolios el
derecho de la fuente a informar, no el del humano a seleccionar diversas fuentes
para ser informado o de tener medios de contrainformación para tamizar la
información dada y que tengan la misma consideración por los seguros médicos
(acaso vamos a generar una crítica del saber médico desde el que se informa).
Y no te olvidas de hablar de la benevolencia del médico. Grandiosa profesión
donde la bondad no es una opción personal de vida por ciertos valores (la opción
vital de no comportarme como un cretino) sino un principio que define la profesión
-algo así como que los médicos trabajan de buenos. Tal vez ese principio te
permita sostener la benevolencia del monopolio del conocimiento y la práctica médica
que ejerce la Academia Alopática. Curiosa benevolencia la que promueves, que se
funda en un ocultamiento: seamos buenos, queramos salvar vidas pero no dejemos
que otros también lo quieran, ya que acaso vamos a dejar entrar en el reino de
los benevolentes a los homeópatas, los osteópatas, los naturistas, los
fisioterapeutas, los médicos psicosomáticos, acupunturistas, fitofarmacéuticos,
en suma todo aquello que no está dentro de lo que Eduardo Menéndez ha llamado
el modelo médico hegemónico
(2). Seamos serios: buenos si, buenudos
no. ¿Y la palabra?, cuando te abocaste a la moral de la palabra del paciente,
cuanto es violatorio de los derechos la primacía del diagnóstico antes que la
escucha, la primacía de la mirada biológico-química (el cuerpo como suma de
tejidos vivos y de células con derechos morales) sobre la mirada antropológica
(el cuerpo como ente cultural que manifiesta articulaciones simbólicas,
imaginarias). no sea cosa que comiences a motivar una teoría crítica de la
medicina.
Pero pueden exhibir logros. Acaso no llamas la atención sobre la manipulación
genética, la clonación, la generación de quimeras humanas, pero ¿acaso has
llamado la atención sobre el gigantesco negocio de patentes de nuevos fármacos,
de técnicas de producción alimentaria, de desarrollos en materiales naturales,
e incluso la nueva farmacología gerontológica que comienza a promover (a
vender) la inmortalidad?
¡Ah los clones!, si, algo debe aparecer para que los ciudadanos vean que
ustedes velan por sus problemas de salud, y que mejor que prohibir los clones (¿prohibirán
los clones naturales, los gemelos?) para mostrar esa preocupación por la salud
ya que cualquiera podrá ver que la clonación es el peligro mas urgente que
tiene la atención sanitaria de la humanidad.
Y la manipulación genética también, regulémosla, tracemos límites,
preservemos los derechos de las células, pero sobre todo no perjudiquemos al
bloque de intereses económicos buscando generar nuevos negocios de la salud por
medio de estos saberes. Y me olvido de tu autoridad, de tu saber sobre nosotros,
me olvido que tu vas a decidir cuando trasplantar, cuando enchufar tal o cual
aparato, cuanto analizar y examinar mi cuerpo, qué se podrá hacer o no, pero
no como administrador de recursos escasos en una sociedad que promueve
consideraciones equitativas de salud, no, lo harás en nombre de los derechos de
mis tejidos y de los tejidos de los demás incluso de los derechos de los
tejidos de los muertos (cuando no trazar delicados límites para proveer de
muertos a los trasplantados). Y acaso no vas a acompañar la gigantesca
medicalización de cada actividad y fenómeno humano: de la maternidad, de la
estética corporal, de las diferentes preferencias sexuales, de las conductas no
conformistas. ¿Y
los derechos de los animales, acaso no te ocupas de ellos? Llegarás hasta
cuidar los derechos de los parásitos intestinales a no ser atacados con
timidazol.
Y también me olvido que eres dios, eres teomorfo pues puedes juzgar los caminos
de salvación y perdición de los demás, con un saber que pretende ir mas allá
de toda revelación.
No es poca ambición para una profesión bien rentada y con figuración
en los medios.
(1)
Ivan Ilich, "Patogénesis, inmunidad y calidad de la salud pública"
Archipielago 25 (1996) 39-46, ps. 40, 46.
(2)
Cfr. "El modelo médico y la salud de los trabajadores" en F.
Basaglia (ed.) La salud de los trabajadores, Nueva Imagen, México, 1978
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(*) Polémica
abierta a los lectores de Asterión XXI
Asterión XXI invita a sus lectores a participar de una polémica abierta
a partir del panfleto Contra la bioética, escrito por su
colaborador el filósofo argentino Alejandro Miroli. Las respuestas a la
pregunta -sin límite de extensión- deben ser enviadas al email de la revista: asterionxxi@yahoo.com.ar
La Dirección seleccionará, con el criterio más amplio, la difusión de
las mismas.
¿Es intelectualmente correcto reprochar -por medio de la ironía- a un campo del saber, a todo un ámbito de especulación, la no consideración de cuestiones que no son estrictamente pertinentes con los objetivos propuestos por la disciplina?