Muero
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donde el recuerdo
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borra la huella exigua de los hombres,
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donde
el sol y los pájaros |
despiden
a quien acaba de nacer. |
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Mi
tumba |
es un
jardín incandescente |
que
se interna en el mar. |
Allí naufraga
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para
recuperar el horizonte. |
Rasgan
mi piel celosas intemperies |
y otros huesos comienzan
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a insinuarse.
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Otros huesos:
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extrema
evanescencia, luz desnuda. |
Ni una sola palabra los perturba.
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Ni un solo rostro intenta descifrarlos.
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"Morir
es un país que tú amabas"... |
No
existen ya silencios |
que no ardan
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la
transparencia de las nebulosas. |
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(1)
Yves Bonnefoy, Nombre verdadero.
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